Capítulo 30: Determinación

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*LUCIFER*

- ¿Me dirás mi pasado o también son palabras vacías? –Para alguien como yo, que estaba entre la espalda y la pared no había aliento que me diera la fuerza de confesarle la verdad, no podía, no debía, no aún, el cielo me lo prohibía y nuestra promesa de antaño. - ... Entonces, quédate solo en tu trono...

- ¿Al...? No, no... -Entonces le vi girarse, tras dedicarme esa mirada llena de tristeza que había visto aquella vez cuando fue humano, donde sus lágrimas amenazaban con salir de sus ojos para desatar un terrible llanto. ¿Cómo ir tras él, si mis pies no reaccionaban? ¿Cómo gritarle que no se fuera de mi lado, si mi voz era muda? ¿Cómo cumplir mi promesa si no podía por aquella que le había jurado en su otra vida? El cielo me reclamaba, Lilith también y Al; esto ya lo veía venir, pero dolía, dolía verle sufrir y tener que soportar ese impulso de correr a sus brazos para confesarle todo. – No Al, no te vayas... -fue el único hilo de voz que logró salir cuando fue demasiado tarde, estaba solo en ese corredor. – P-Por favor, perdóname...

Mis pies flaquearon un momento y caí de rodillas en aquella alfombra del pasillo, el dolor que sentía mi alma era más intenso que las otras veces, sabía la razón, pero debía seguir adelante, tenía que cumplir con mis promesas y encargarme de que el cielo dejara en paz a Alastor. – Y-Yo lo resolveré... P-Puedo hacerlo... -mentiría si dijera que no me atemorizaba enfrentar a esos ángeles, cuando de defender mis ideales se trataba, era una herida que siempre se abría, que nunca cicatrizó y que se mantenía presente en mi memoria todo el dolor que me hicieron pasar antes de ser desterrado, pero, aun así, había hecho mi promesa porque valía la pena luchar por él, aunque en ese camino, ese fragmento de su alma dejara de amarme, aquello que quedaba de él.

- Perdóname, mi amado Al...

Cuando conocí a Alastor, nuestro vinculo era simplemente el de un humano y el rey del infierno, él buscaba mi poder, quería hacer el mal como muchos de los humanos que últimamente crecían en número en mis tierras, su corazón estaba lleno de maldad y dolor, por lo algunas decisiones mal tomadas, que lo orillaron a volver ese tipo de personas, pero a pesar de toda esa oscuridad, pude ver en él un pequeño brillo, percibí una linda estrella que se escondía, era el alma de un niño que había sido herido de una forma terrible, que hubiera deseado seguir delante de una forma completamente diferente y que se había ocultado tras esas mentiras para sobrevivir a su manera, cómo sus pesadillas lo encaminaron.

Pude haber dejado ese encuentro en algo pasajero pero en mi curiosidad, le propuse otorgarle algunos de mis conocimientos, si es que le eran útiles, después de todo sería bajo mis condiciones, todo esto por mi intención oculta de saber cómo es que ese humano realmente había podido crear ese portal con el cual pude salir, no completamente, pero nunca alguien había llamado a mis dominios por una invocación, era curioso e interesante lo que ese humano había logrado hacer, algo que nunca había visto en toda mi larga vida. Seguramente era astuto y era especial, de alguna forma, así que de momento no quedaba más que contemplar y descubrir por mera curiosidad cómo era ese humano, qué es lo que lo hacía especial.

Fue entonces que entendí sobre ese vínculo que compartíamos, el cual podría ser por el mero sentimiento tan único que empezaba a florecer entre los dos, por la conexión especial de nuestras almas, pero ninguno de los dos nos dimos cuenta que poco a poco nuestros encuentros fueron más cercanos y amenos, parecía que me estaba encariñando de algún modo de ese singular humano quien tenía una faceta bastante cruel y despiadada que en mi vida de ángel me hubiera causado terror, pero con el tiempo parecía que su alma estaba redimiéndose y fue ahí cuando vi por segunda vez cómo era el alma de un humano, era un fino lienzo manchado de colores oscuros y al mismo tiempo claros, colores vibrantes que marcaban los sucesos importantes que habían hecho a ese joven tomar cierto rumbo en su vida pero después de todo, tenía arrepentimiento, eso era lo que lo hacía humano, la belleza de una rosa tan delicada con sus perfectas y pequeñas espinas, eso me había cautivado, él era una preciosa rosa a mis ojos.

Almas DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora