Capítulo 37: Por un nuevo comienzo

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// Le dedicó la canción "Laufey - Brewitched"

// AVISO: NO ES EL CAPÍTULO FINAL... me arrepentí... 🥺

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Una suave sensación recorría mi cuerpo, era tan gratificante que parecía algo tan reconfortante esa representación de una cálida paz, era algo intangible que comenzaba a manifestarse y que lentamente me despertaba entre sueños, en la manifestación de una calidez que emanaba de aquella especie de suaves nubes cubriendo mi cuerpo en un terso roce, dejándome a la idea que esa perfección en verdad era un sueño, uno que jamás había tenido y por primera vez, me daba la serenidad de calma.

Me removí ligeramente, removiendo mi cabeza y mis orejas con lentitud hasta que mi cuerpo adormilado comenzó a reaccionar, sintiendo en efecto esa delicada sensación en todo mi ser envolviéndome, entonces abrí lentamente los ojos al no escuchar nada, parpadeando un par de veces en lo que mis ojeras comprobaban que todo era silencio, un dulce silencio que armonizaba a mi alrededor y un aroma familiar a mi lado.

Cuando por fin pude tomar un buen bocado de aire disfrutando de la tranquilidad, mi vista se enfocó encontrándose con lo que parecía una capa rojiza que me ocultaba, envolviendo perfectamente mi cuerpo como si un pequeño capullo se tratase, de donde algunas tonalidades blancas se asomaban entre esas suaves y cálidas paredes, fue entonces que comprendí que eran plumas, enormes y finas plumas las que me cubrían, dejándome hipnotizado por aquel hermoso color carmín hasta segui el camino para encontrar el origen, el portador de esas alas, notando en ese recorrido y entre algunas de ellas, el rostro de Lucifer quien descansaba plácidamente a mi lado.

- L-Lu... -Me contuve a llamarle, su rostro que hasta unos ayeres parecía tener rastros de ojeras bajo sus ojos por el cansancio, por fin parecía que estaban desapareciendo, dejando solamente el rastro de ese constante llanto que despertó la tormenta. Era imposible no sonreír con dulzura ante aquella escena al ver a ese Rey, al mismísimo Lucifer frente a mí, recostado de lado mientras sus manos en un intento de abrazo me tenían a mí, entrelazando sus dedos sobre mi brazo izquierdo que atraía tiernamente hacia su pecho, dejando descansar su mejilla en mi piel mientras algunos mechones de su cabello se desordenaban hacia enfrente, desalieando esa hermosa cabellera, en lo que se reflejaba una que otra mueca al dormir.

¿Cómo no ruborizarme ante aquella escena? Un escenario tan íntimo, tan dulce y sensitivo, donde no había sonido más que su tenue respiración y los latidos de mi corazón que respondían a esa indescriptible e inefable sensación al ver a mi amado Lucifer a mi lado, durmiendo, pareciendo tan vulnerable y reconfortante al tenerme con él. Jamás hubiera pensado en despertar junto a ese soberano, contemplando cómo se aferraba a mí, y al mismo tiempo, parecerme tan tierno y hermoso, como un verdadero ángel; simplemente era una sensación de ensoñación, parecía realmente como si se tratase de una historia de maravillosa imaginación de nuestras almas, y de cierta forma lo era, fue el desenlace de aquel desespero del destino por volvernos a juntar, siendo el resultado de nuestras almas al aferrarse a lo que fue para tener un ahora, juntos...

- Por todo el infierno... -Un sutil susurro que vino acompañado de un pequeño suspiro me dio una inconmensurable satisfacción de que esto no era algo que hubiera imaginado manifestar algún día y, sin embargo, me sentía verdaderamente feliz, parecía que este corrompido corazón al fin se sentía satisfecho.

Sin querer hacer ademán de moverme para no despertarlo, me giré lentamente hacia él, pero en ese delicado movimiento una corriente pasó por cada músculo de mi cuerpo, tensándolo y reparando entonces en el dolor corporal trayéndome el recuerdo de la noche que pasamos. Un rubor me inundó en ese segundo, arrasando a mi mente esos momentos tan candentes y vergonzosos que mi persona había hecho y dicho, nada propio de mí, diría incluso que no era digno de mi carácter, pero, él, todo lo que fui y era se lo debía a quien protegió mi alma durante tantos años con esmero; aun así, el simple hecho de recordar los estragos que hizo en mi cuerpo era realmente vergonzoso, el famoso Demonio de la Radio jamás se hubiera doblegado al pecado de la lujuria hace unos ayeres.

Almas DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora