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Una sensación extraña tomó posesión de mi cuerpo ante sus manos en mis mejillas, y me olvidé de todo lo que había a nuestro alrededor, me olvidé de mi nombre y de quién era, me olvidé de lo que dolía y cómo mi corazón se apretaba, me olvidé de mi pasado y mi futuro, solo existía mi presente, solo existía él, y su rostro ruborizado por el frío potente de las afueras del gimnasio porque estábamos en un invierno muy fuerte en el bosque en el que se encontraba la aldea, y según algunos ancianos, comenzaría a llover y las tormentas se harían con la manada y...

Debo comprarle un paragua.

Y quizá un termo para que traiga su café por las mañanas. Probablemente unos zapatos más abrigadores o unos calcetines térmicos. O un calienta manos...

... Todos mis pensamientos se fueron al traste en el segundo en que Taehyung exhaló: nuestros rostros estaban muy juntos, la necesidad en ambos haciendo mella en nuestras acciones, y tal como podía parecer un necesitado (y probablemente lo era), recibí el aire de su boca en pleno rostro y escalofríos que nada tenían que ver en efecto con la temperatura, recorrieron mi cuerpo desde mi nuca hasta el dedo meñique del cuerpo.

—Esto era justo lo que no debía pasar. —susurró en voz baja, y sus ojos se fijaron en los míos. Almendrados, café oscuro, delineados muy sutilmente con los arduos míos, un poco desenfocados y fríos y posiblemente empañados por el mareo. Que iba en descenso a una velocidad vertiginosa, porque mi medicina estaba aquí.

Tomando mis mejillas.

Taehyung dio un paso hacia delante, su pecho rozando el mío, y juro que gemí en voz baja, casi quejándome por la inmensidad de sentimientos que arrasaron mi interior al sentirlo. Este hombre era mi ruina, y mi necesidad.

Mi Alfa estaba como loco, muy enojado con mi falta de iniciativa al no ser capaz de tomar a nuestra luna y hacerla nuestra sin importar ni tiempo ni espacio, pero me resistí a la urgencia que tenía de doblarlo por la mitad y saciar nuestros dolores con el cuerpo de Kim Taehyung. Había llegado a una conclusión estos últimos días, e intentaría hacerlo cumplir.

—No quería incomodarte. —susurré.

Pero Tae parecía casi tan ansioso como yo. Probablemente el dolor que se generaba en mi cuerpo por el rechazo que sentía mi Alfa y que se traducía en todas estas manifestaciones físicas, Tae las sentía de otra forma. Él, que era un Beta y que sus conexiones con su lobo estaban muy limitadas, no tenía ahora mismo alguien en su interior que le pidiera a gritos que se acercara a mí, era todo instinto, un instinto olvidado y muy diferente al instinto animal que tenía yo. E incluso sabiendo todo eso, me sorprendió cuando cerró la distancia entre nosotros y besó mis labios.

El mundo se detuvo, el ruido se detuvo, mi corazón se detuvo por una eternidad mientras el contacto de sus labios hacía presión en los míos.

Dejé de pensar. Mi Alfa dejó de pensar.

Beautiful fate |  kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora