;; treinta y tres

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Todo el tiempo lejos de Jungkook me hizo entender una sola cosa, algo patente, que probablemente había estado en cada respiro y en cada segundo que pasó desde el instante en que lo vi por primera vez con Jennie (un sentimiento que, felizmente, ya ...

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Todo el tiempo lejos de Jungkook me hizo entender una sola cosa, algo patente, que probablemente había estado en cada respiro y en cada segundo que pasó desde el instante en que lo vi por primera vez con Jennie (un sentimiento que, felizmente, ya no me hace sentir mal por la traición, simplemente jodidamente celoso de que lo haya tenido por minutos, porque Jungkook me pertenecía y siempre me había pertenecido, pero la sensación de orgullo de ser yo quién lo tenía en la cama, y por las mañanas cuando despertaba perezoso y no quería hacer desayuno, en las tardes cálidas en donde nos abrazábamos a ver películas parecía anular la incomodidad asociada a ese recuerdo), y es que no iba a soportar una vida sin él a mi lado.

Creí que Jimin había sido mi otra mitad, y probablemente lo era en una forma muy diferente a cómo lo era con mi Alfa, pero a pesar de toda la desesperación, la depresión y el miedo que trajo a mi vida su muerte, pude seguir adelante.

Casi perdí la cabeza cinco días alejado de Jungkook, y solamente no lo hice porque no estaba en mis facultades mentales con la cantidad de analgésicos que me metieron intravenoso para poder soportar el dolor de la pierna, y ahora que estaba a su lado, que volvía a sentir su aroma y su calidez, entendí que no había ningún lugar en el mundo en que quisiera estar más que a su lado.

Perteneciendo juntos. Amando juntos. Solo él y yo.

Por momentos en el hospital, mientras mis lágrimas se entremezclaban entre el dolor de mi herida y el dolor de mi corazón, pensé que podría soportar esto por él: un Omega que recibiera su marca de Alfa y que cargara con todos sus cachorros con tranquilidad, viviendo quizá en nuestro mismo hogar y acompañándolo en sus celos mientras yo me quedaba en la habitación esperando que regresara con el olor de otra persona impregnado en su piel, intentando que el corazón no me ardiera a cada segundo que pensaba en mi vida, y en cómo elegí el camino para ella, esperando quizá que llegara el momento adecuado para que Jungkook dejara de sentir lo que siente por mí y se contentara con el Omega que hace que su Alfa se sienta realizado de cachorros y de esa estabilidad y presencia que solo puede darse entre unión Alfa-Omega. Pensé ciertamente en llegar a casa y proponerle una relación abierta, un lugar en su vida mientras tenía a otra persona en su cama, pero al verlo, al mirarlo de cerca y sentir mis débiles rodillas doblarse por su mera presencia y aura, me di cuenta que no.

Que me había vuelto egoísta.

No quería un jodido Omega cargando cachorros que olían a bosque y a pino, porque era mi aroma.

Era mi Alfa, y no pensaba compartirlo. No soy tan benevolente como para pensar que no odiaré a ese Omega, o a esos cachorros, o a mi propia vida atrapado en una relación que me hacía muy feliz porque la necesitaba, pero no era lo que quería.

Quería ser feliz al lado de Kookie y ser solo nosotros dos. Amarnos hasta la madrugada enredados en las sábanas mientras cuento sus lunares, y mientras él se encarga de satisfacer todos mis deseos y de cuidar todos mis miedos, y en esa ecuación, no había espacio para nadie más.

Beautiful fate |  kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora