[Cap. 05]

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El pasillo del castillo estaba en completo silencio.

El guardia dorado estaba sentado en el suelo y con las piernas estiradas, mientras que yo apenas estaba encima de su regazo, evitando moverme pero me resultaba difícil, ya que el guardia dorado tenía sus desnudas manos sobre mis pezones y los masajeaba, de vez en cuando los apretaba... No sabía qué pensar, pero sabía que me gustaba lo que hacía, por una parte quería que parase, ya que bueno... Es el guardia dorado y me trató mal los 2 años que estuve en el aquelarre del emperador.

Pero por otro lado, parecía tener experiencia en esas cosas y a comparación de Jerbo, el guardia dorado sí lograba ponerme bien nervioso. No digo que Jerbo no lo hizo ya que él era bastante tímido y con tan solo oírme gemir se ponía demasiado nervioso, por lo que se asustaba y terminábamos rompiendo el momento de intimidad por lo penoso que era Jerbo. Mordí mi labio inferior y cerré los ojos, pegando mi espalda al pecho del guardia dorado, aferrándome al Titán... Susurré con la voz temblorosa y mi contrario con lentitud dejó de tocarme en esa zona, con cuidado me quitó de encima suya y me miró a los ojos, yo me quedé inmóvil y subí una de mis manos a mi pecho, mis mejillas se tornaron ligeramente rosadas por la vergüenza...

— Lo sie...

—No se disculpe Blight, espero que lo haya disfrutado y que por lo menos el dolor del fallecimiento de su pareja se haya disminuido, hasta pronto —Dijo el guardia dorado mientras me daba unas palmadas en el hombro.

Me quedé pensativo. No conocía ese lado del guardia dorado, y sabiendo que no nos habíamos hablado nunca pensé que éramos enemigos sinceramente o algo parecido, pero un enemigo no me manosearía tan así... No? ¡Bueno, es algo raro de explicar, pero supongo que se entiende! Me quedé tumbado en el suelo un rato hasta que una silueta pasó por ahí y me miró en el suelo.

— ¿Le sucede algo, Blight? — Preguntó una voz gruesa y con desprecio, por un momento pensé que era Belos, el emperador siempre te hablaba de esa forma, tallé mis ojos y observé con más claridad de quien se trataba. Darius Deammone, el líder del aquelarre de abominables —No sucede nada, solo... algo pensativo —contesté educadamente y me incorporé para luego inclinarme hacia delante, dando una ligera reverencia de respeto hacia su superior.

— Deberías ocuparte en trabajar antes que pensar si no quieres que te atreviesen el pecho otra vez — Escupió el de tez oscura y se marchó, yo me quedé en silencio mientras me cruzaba de brazos — Dibiriis icipirti in tribijir intis qii pimsir si ni qiiris qii ti itriviisin il pichi itri viz — Lo imité por lo bajo y me fui a la sala de guardias.

Ya al llegar me dirigí al lugar pegado a esa zona, una sala de entrenamientos con un montón de pesas y otras cosas, y al igual que todo el castillo, era un lugar con colores apagados...
Me puse sobre una colchoneta y me acosté boca abajo, flexioné las piedras y comencé a hacer abdominales, debería hacerle caso al guardia dorado y hacer lo que él me ordenó, que era "entrenar más".

Recuerdo que a Jerbo le gustaba ver mi cuerpo ligeramente marcado, tenía una obsesión chiquita con los hombres "tetones" o cómo él los solía nombrar, suspiré por el recuerdo y posé mi mano sobre mi vientre, el sentimiento de nostalgia volvió luego de unos minutos, Jerbo daba vueltas en mi mente y parecía no querer irse.

Subí mis manos y me cubrí los ojos con estas —¿Se encuentra bien?—. Preguntó una voz que no reconocía pero supuse que era alguien del aquelarre del emperador, mantuve mis ojos cerrados al sacar mis manos de allí y noté cómo la luz de la sala me daba menos por la estructura de alguien, abrí los ojos y me topé con unos ojos celestes, vi su apariencia mejor; creo que es un adulto joven de unos 21 años, cabello café y un cuerno de un lado de su cabeza, bajé su mirada hacia su pecho y noté que tenía una camiseta amarilla.

Es un compañero mío, no lo recordaba bien, nunca le presté atención a otras personas, dado a que tenía novio y no quería mirar ni conocer a otra persona, ya que el enorme amor que le tenía a Jerbo me lo impidió, sentía que Jerbo era todo lo que yo necesitaba.

—Sí, estoy bien —Mentí, me incorporé y me puse frente a "Steve" con los brazos cruzados, aquel era más alto que yo.

Eso me ponía un poco nervioso.

— Oh... Mis condolencias. El guardia dorado me ha informado que usted debe estar en su habitación dentro de 5 horas, aproximadamente la hora en la que él termina de hacer sus misiones —dijo Steve, sin apartar su mirada de mis ojitos color miel, yo evité verlo, porque como mencioné anteriormente me pone nerviosa la gente que tiene una cabeza más alta que yo y más contacto visual.

Asentí con la cabeza y Steve me dio unas palmadas en el hombro para luego marcharse, me sentí un poco curioso al sentir su amabilidad, después de todo Steve también se había enterado mediante chismes que yo era homosexual y no me habló frío ni nada de eso, quizás que cualquier otro guardia hubiera hecho lo mismo, ¿no es así?... Volví a suspirar y caminé hacia mi cuarto, y cuando llegué me senté en mi cama dando un bostezo del cansancio...

Iba a dormir y del sueño que tengo poco más me acuesto con mi uniforme completo para trabajar.

Me dispuse a quitarme las botas y dejarlas a un costado de mi cama. Luego desprendí mi capa y la colgué en un perchero, no quería que se arrugue, ya que mucho no sabía planchar, la última vez que lo hice terminé quemando mi uniforme de Hexside y de colmo no lo pude arreglar jaja. Ya para lo último me quité lo que quedaba de mi uniforme para colgarlo también en un perchero y ya quedé en bóxer, me acerqué perezoso al armario y guardé mi ropa, después agarré un short suelto que me llegaba hasta arriba de las rodillas, y me lo puse.

Soy de esa gente que duerme en ropa interior y no en pijama.

Me acosté por fin y ya al pegar mi nuca en la cama, me quedé dormido al instante.

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¿Golden Guard..?// GoldricDonde viven las historias. Descúbrelo ahora