50 - Un rato tranquilo

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La historia original así como sus personajes no me pertenecen. El crédito es para sus respectivos creadores. Esta historia está escrita por diversión y deseo de entretener sin ánimos de lucro.

...

Los gemidos de dolor de la adicta son desgarradores, además su respiración se entrecorta por la sangre que invade de a poco su garganta.

Katniss me veía desesperada al no saber qué hacer y al ver las heridas de la adicta, sabía que no tenía posibilidades de superarlo.

- Oye… -digo llamando la atención de la tributo -, sabes… me gusta pintar y antes pesaba que el pelaje de los caballos blancos podía pintarse así -confieso, llamando la atención de la tributo-, pero no es así, es una mezcla de colores y tiene una tonalidad cálida por la luz del sol -explico, se tranquiliza al pensar en o que hablo-, lo ves -digonseñalando al celo que maestra el amanecer-, ese color me gusta mucho, ese naranja del amanecer y atardecer, es mágico y bello como una flor.

La tributo se queda viendo un rato al cielo y con su sangre me dibuja una flor en la mejilla.

- Gracias, es bellísima - digo acariciando su mano-, gracias por salvarme…

Ella solo sonríe, deja sus manos en su pecho y poco después deja de respirar, el cañonazo confirma su muerte, con lo que los mutos dejan la playa, ya cumplieron su función.

Katniss me ayuda a empujar el cuerpo de la tributo para que flote hacia la cornucopia para que el aerodeslizador la recoja.

- ¿Por qué te salvo? -pregunta Katniss aún dudosa del porqué.

Entiendo su duda: aunque me atacarán, la píldora me salvaría, no era necesaria su intervención. Esto debe ser por el trece, al menos con nosotros dos, no quieren arriesgarse a perdernos.

- No lo sé… -respondo viendo desaparecer al aerodeslizador - y ni siquiera sé su nombre.

- Vayamos a recoger tus flechas -digo palmeando el hombre de Katniss, ya no están cerca y con una muerte debió ser suficiente-, no veo a los mutos.

- Aún así debemos tener cuidado -dice Katniss -, tu recupera las flechas y sigue con lo del agua y yo cuidare.

- Bien, trataré de ser rápido -acepto, adentrándonos en la zona de los mutos.

Por fortuna, Katniss no falla cuando se trata de presas, aunque no son para comer, no debo preocuparme por flechas perdidas en la selva o en la copa de algún árbol. Katniss confiesa que repartió flechas de cuatro carcaj en tres cuando fue el baño de sangre, así que recupero sesenta flechas, después recolectó agua y nos turnamos para tomar y vigilar.

Aunque se ve que los mutos tienen carne, preferimos no considerarlos comida, por suerte, pescar no es difícil y las ostras son fáciles de encontrar.

Todo estaría bien de no ser por la comezón que dan las costras, afortunadamente, Katniss y yo nos detenemos mutuamente al vernos rascar nuestro cuerpo.

- ¡Oye Haymitch! -grita Katniss al cielo - ¿Podrías mandarnos algo para estás heridas?

Casi como si fuera un chiste, el paracaídas cae frente a nosotros, nos reímos un poco por lo gracioso de la situación y abrimos el regalo.

Solo encontramos una botella con una pomada, verde grisácea y de un fuerte olor entre yerbas y alquitrán, desagradable pero debe ser útil.

- Supongo que Haymitch no está tan borracho -bromea Katniss, al lanzar la botella.

- Parece que si, además nos envió algo bueno -concuerdo mientras me unto piernas y brazos -, el alivio es instantáneo.

Después de untarnos nosotros mismos, nos ayudamos con nuestras espaldas, por suerte, queda a mitad del bote para una siguiente capa en unas horas.

Mientras disfrutamos de la tranquilidad de nuestros cuerpos, un paracaídas con una cesta descuente y llega a nuestros pies.

Al verlo, se que Katniss siente algo parecido al pan que le dieron por Rue, aunque sabe que está vivo, los sentimientos se perciben muy bien.

- Nuestros más sinceros agradecimientos al distrito cuatro-décimos ambos al mismo tiempo.

Pescamos un poco más y disfrutamos de la combinación del pan con mariscos y una salsa que venía en la canasta.

Cuando más tranquilos estamos un grito se escucha a lo lejos, pronto se mezcla con el ruido de árboles partiéndose y agua corriendo embravecida.

Del otro lado de dónde estamos descansando, aparece una ola gigante que arrasa con una de las secciones de la selva, por suerte, los árboles, al menos la mayoría, parecen resistir el embiste del agua.

El cañonazo suena cuando el agua toca la playa, la fuerza es tanta que la ola llega hasta nosotros, por suerte, tenemos nuestras armas en mano y solo se lleva restos de comida.

- Ya sabemos cuatro trampas de la arena -digo cuando el agua deja de agitarse-, espero no nos tomemos con más trampas aparte estás.

- ¿Crees que la lluvia fuera una trampa? -pregunta Katniss a lo que yo asiento - Bueno, supongo que una lluvia normal no debe ir acompañada de una muerte.

Antes de que comentemos algo más, escuchamos voces a un par de caminos a nuestra derecha. Decidimos escondernos por sí es el equipo de profesionales.

Unas figuras indistingibles de color rojizo salen de entre los árboles: una de ellas da vueltas d eun lado a otro; otra está tirada en el suelo, sin poder o  sin ganas de ponerse de pie; la tercera figura arrastra a la segunda y parece discutir con l primera.

- Esos ademanes se me hacen conocidos -digo, fingiendo no reconocer a la extrovertida del distrito siete
- ¡Debe ser Johanna!

- Ella no me agrada mucho… -dice Katniss haciendo una mueca de desagrado.

- Estaremos más seguros con tres peleadores, los otros dos no se ven en condiciones -aclaro, más para las cámaras que para Katniss -, hay una manada de profesionales y es mejor prevenir que lamentar.

Katniss suspira y se levanta para caminar hacia Johanna y los que pronto reconocemos como Beetee y  Wiress, los tributos del distrito tres. Ahora Katniss está un poco mejor con esta alianza.

Caminamos hacia ella y al vernos, un largo suspiro es su saludo, suelta a Beetee que se queja al golpear con la arena, Johanna corre hacia mí y me abraza, ignorando temporalmente a Katniss hasta que le dé un saludo casual.
- ¿Qué pasó Johanna? -pregunto antes de que comiencen a discutir.

- Preferiría tomar y comer algo primero si no te importa -dice Johanna viendo a ambos tributos del tres-, estos dos también, sin más útiles vivos.

...

Continuará...

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Reencarnación afortunada en: En LlamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora