Mingyu observó cómo se alejaba el taxi, sorprendido de que el lo hubiese cogido. Wonwoo estaba demostrando ser la más impredecible de todos los que se encontrabanbajo su mando. Por supuesto, el no estaría de acuerdo con aquella descripción,pensó, divertido como solo podía estarlo un inmortal poderoso y letal
La puerta se abrió tras él.
-¿Sire?
-Dmitri, tienes que mantenerte alejado del cazador.
-Si eso es lo que mi sire desea... -Una pausa-. Podría hacer que suplicara. Novolvería a desobedecer tus órdenes.
-No quiero que suplique. -Mingyu se quedó asombrado al darse cuenta de queaquello era cierto-. Será mucho más eficiente con su espíritu intacto
-¿Y después? -La voz de Dmitri estaba cargada de expectación sensual-.¿Puedo tenerlo después de la caza? Ese doncel... me atrae.
-No. Después de la caza, será mío. -Cualquier súplica que Wonwoo pudiera hacersería solo para sus oídos.
...
Él iba a matarlo.
Wonwoo se incorporó de pronto en su hermosa cama, que era una obra de arte. El cabecero era un diseño único fabricado en el más delicado de los metales labrados; las sábanas y el edredón, ambos de color blanco, estaban bordados con flores diminutas. A la derecha de la cama había unas puertas correderas que daban a unpequeño balcón privado que el había convertido en un jardín en miniatura. Y más allá se veía la Torre del Arcángel.
Dentro, las paredes estaban empapeladas con un diseño en tono crema con matices azules y plateados que hacían juego con el azul oscuro de la alfombra. Las cortinas de las puertas correderas eran de gasa blanca, aunque había unas caídas debrocado más gruesas que casi siempre mantenía sujetas a los lados. Unos enormes girasoles en flor sobre salían del gran jarrón de porcelana que se encontraba en el rincón opuesto de la habitación, llevando el brillo del sol al interior de la estancia
Aquel jarrón se lo había regalado un ángel chino agradecido cuando el consiguió atrapar a una de sus incorregibles pupilas. La joven vampira (que apenas acababa de completar su Contrato), había decidido que ya no necesitaba la protección angelical. Wonwoo la había encontrado acurrucada y muerta de miedo en un sex shopcon una clientela de lo más extraña. Aquella caza la había llevado a las entrañas delos bajos fondos de Shanghái, pero el jarrón era una pieza de luz que no había sufrido el paso del tiempo. Toda la habitación era una guarida, y Wonwoo había tardado meses en dejarla a su gusto.
No obstante, en aquel preciso momento podría haber estado sentada en cualquier tugurio al sur de Pekín. Tenía los ojos abiertos, pero lo único que veía era la imagen congelada de aquel vampiro de Times Square, al que ni una puta persona se había atrevido a ayudar. Sabía que el no acabaría así, no si Mingyu deseaba que nadie se enterara del asunto que se traían entre manos, pero al final acabaría muerto.
Él le había hablado del glamour.
Hasta donde el sabía, ningún cazador, ningún humano, conocía aquella pequeña parte del poder de los arcángeles. Era algo así como ver la cara de tu secuestrador: da igual lo que el tipo diga después, porque sabes que estás acabado.
-De ninguna... puta... manera. -Cerró las manos sobre el hermoso edredón dealgodón egipcio y entrecerró los párpados mientras consideraba sus opciones.
Opción número uno: Intentar dejar el trabajo.
Posible resultado: Muerte tras una dolorosa tortura.
Opción número dos: Hacer el trabajo y rezar.