Capítulo 27

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Wonwoo comenzó a mecerse sobre los talones mientras contemplaba la única mancha de sangre que no encajaba en la secuencia temporal: la que había en la alfombra.

Estaba demasiado fresca.

—Tienes razón. ¡Ese cabrón regresó a admirar su obra!

—Pondré vigilantes en la zona. —Mingyu se puso en pie a su lado. Tenía las yemas de los dedos salpicadas de sangre y la ropa manchada allí donde había rozado los cadáveres.

Aquello hizo que Wonwoo recordara la última vez que lo había visto, con el puño ensangrentado sujetando un corazón palpitante. 

Sin embargo, por algún motivo, aquello ya no le parecía tan aterrador. No después de lo que acababa de ver. Minho había jugado con sus víctimas... como un gato que jugara con un ratón sin la intención de comérselo, solo para atormentarlo. Podrían decirse muchas cosas del Arcángel de Nueva York (que era despiadado, brutal y mortífero), pero no torturaba por simple placer. Todo lo que Mingyu hacía tenía un propósito. Aunque aquel propósito fuera aterrorizar a la gente para que no se atrevieran a traicionarlo.

Wonwoo empezó a hablar cuando él se dirigió a la cocina para lavarse las manos.

—No creo que vaya a regresar: volvió después de la matanza del almacén, quizá para regodearse o para descansar, pero mira esto... —Señaló con la punta del pie un cuenco que había rodado hasta quedar bajo una mesa—. Arrojó esto al suelo... seguramente después de comprobar que la sangre que había reservado no lo satisfacía.

—Este fue su lugar de recreo, pero se dio cuenta de que prefería jugar con seres vivos.

—Sí, ahora quiere carne fresca. —Las palabras sonaron frías, pero debía mantenerse en aquel nivel. Si se permitía sentir algo...

Mingyuasintió con la cabeza.

—¿Crees que volverá a alimentarse esta noche?

—Aun en el caso de que se encuentre en un estado de sed de sangre permanente...

—Y aquella era una aterradora posibilidad que no quería ni plantearse—, yo diría que es improbable, dado el atracón que se dio en el almacén.

Fue entonces cuando la lluvia comenzó a caer fuera, como si alguien hubiera abierto un grifo enorme.

—¡Mierda! —Wonwoo corrió hasta la puerta—. ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!

Mingyu se limitó a contemplar su rabieta antes de formular su pregunta.

—¿No habías dicho que Minho salió de aquí volando?

—Sí, pero todas las marcas de esencia como las que me trajeron hasta aquí van a desaparecer. ¡Será como si lo hubieran borrado de la ciudad! —Soltó un grito—. La lluvia es una de las pocas cosas capaz de arruinar un rastro de esa manera; los vampiros que saben lo que hacen huyen hacia las zonas más húmedas de la tierra. — Le entraron ganas de asesinar a los dioses de la lluvia, pero se conformó con darle una patada a la encimera—. ¡Joder! ¡Eso me ha dolido!

Mingyu señaló la puerta de entrada.

—Encárgate de todo.

A Wonwoo no le hizo falta darse la vuelta para saber que Dmitri ya había llegado. Su esencia lo envolvió como un maldito abrigo.

—Deja de hacerme eso, vampiro, o te juro que te atravesaré el corazón con tu propia pierna.

—No estoy haciendo nada, Wonwoo.

El le echó un vistazo por encima del hombro, vio las líneas tensas de su rostro y supo que no le estaba tomando el pelo.

—Esta sí que es buena... Tengo los cables cruzados... Demasiada adrenalina. Voy a sufrir un colapso. —Sus habilidades siempre se agudizaban antes de colapsarse—. Será mejor que lo deje y cierre los ojos durante unas horas. —No había dormido más de una hora o dos la noche anterior, y aquel maldito sillón era muy incómodo—. No podré percibir nada ahora que Minho se ha trasladado de nuevo. —Hasta que volviera a matar—. ¿Estás vigilando a Hyelim? —le preguntó a Mingyu—. Tal vez ella sea nuestra mejor forma de atraparlo.

Arcángel Oscuro - Meanie [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora