Salió disparado hacia arriba, hacia las nubes. Subió mucho más alto de lo que los ángeles deben subir, hasta que empezó a dolerle la cabeza y el fuego se apagó por falta de oxígeno. Luego bajó en picado y utilizó la inercia para arrojar una ráfaga de fuego a Minho. El Ángel de Sangre eludió todas las descargas menos una, que le dio en el muslo.
Mingyu notó que sus alas se tensaban cuando las heridas (tanto las nuevas como las antiguas) empezaron a dolerle. Todavía funcionaban. Aunque no por mucho tiempo. Minho le había lanzado tanto fuego de ángel que parte de las llamas habían arraigado. Aquellas llamas continuarían abrasándole la carne hasta que salieran por el otro lado. Tenía menos de diez minutos antes de que sus alas se debilitaran hasta el punto de no poder volar.
En aquel momento sintió el chasquido de un tendón y recordó.
Era un poquito humano.
Que así fuera. Prefería morir siendo un poco humano, pensó con extraña claridad, que convertirse en un monstruo.
¡Vive, Wonwoo!
Continuó enviándole aquella orden incluso mientras se quedaba sin fuerzas y las descargas de Minho le abrasaban la piel, las alas.
Debes vivir.
El cazador debía sobrevivir. Su espíritu ardía con demasiada fuerza para sofocarse con tanta facilidad.
Y en aquel instante comprendió que... aquella frágil vida mortal no solo era importante para él. Era más importante incluso que su propia vida.
¡Despierta, cazador del Gremio!
Al final consiguió acercarse lo bastante a Minho para arrojarle una descarga, perosus reservas de poder se estaban agotando. Por debajo de él, la ciudad era una manchaoscura, ya que ambos succionaban la energía de las redes eléctricas y de cualquierotro sitio de donde pudieran hacerlo. Los coches se quedaban parados, las baterías sedescargaban, las torres de transmisión se sobrecargaban. Aun así, Mingyu continuó consu ataque. Continuó incluso a sabiendas de que su cuerpo se agotaría mucho antesque las fuentes de energía disponibles.
Le dio a Minho en un ala, pero no fue suficiente. El Ángel de Sangre se habíasaciado con los asesinatos y, a pesar de que estaba debilitado, su ala se curaba muchomás rápido que la de un ángel normal; más rápido incluso que la de un arcángel.
Minho soltó una risotada y creó otra esfera de fuego angelical. Sin embargo, laarrojó hacia el apartamento medio derruido.
¡Wonwoo!
Mingyu interceptó la descarga, que le dio en el hombro. El dolor arrasó su cuerpo cuando el fuego penetró hasta el hueso y empezó a consumirlo. Parpadeó para librarse del sudor que le caía en los ojos y siguió con la lucha, sobrevolando el edificio para que Minho no pudiera destruirlo
—Estúpido... —se burló Minho—. ¿Has renunciado a tu inmortalidad por un simple doncel?
La respuesta de Mingyu fue quedarse donde estaba y desviar el fuego de ángel de Minho con una fuerza implacable. Sintió que sus hombres se acercaban y les advirtióque se mantuvieran alejados. Solo un arcángel podía soportar el fuego de ángel másde unos segundos. En aquel instante una de las descargas de Minho le dio en elhombro herido.
El fuego ya se había abierto camino por uno de los costados y había dejadoexpuesto el hueso. Sus músculos sobrecargados fallaban uno después de otro. Perosiguió luchando. Hirió a Minho en varias ocasiones, apenas consciente de queManhattan se había quedado ya sin energía y estaba totalmente a oscuras bajo suspies. Más lejos, en Queens, en el Bronx, las luces se apagaban en una oleada lenta yoscura.