Capítulo 33

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Mingyu salió al balcón de la tercera planta. Las palabras de Wonwoo aún seguían frescas en su mente.

Ahora eres un poquito humano.

Yixing le había aconsejado que matara a Wonwoo por aquella misma razón. Su reacción al disparo (el dolor, la sangre), no había hecho más que incrementar la certeza de que aquel cazador era peligroso para él. Pero ¿y si con el peligro venía
algo más, una inmunidad a la locura del poder, de la edad? Después de todo, se había recuperado del período Silente mucho antes de lo esperado.

Mientras esperaba a que llegara Dokyeom, pensó en quien era cuando vio por primera vez a Wonwoo. Había invadido la mente del cazador y lo había aterrorizado sin el menor atisbo de remordimiento. ¿Podría hacerlo de nuevo? Sí, pensó; no se hacía ilusiones con respecto a su bondad natural. Era muy capaz de hacerlo otra vez. Pero la cuestión no era esa... la cuestión era si decidiría hacerlo de nuevo o no.

Dokyeom entró en la terraza desde lo alto y aterrizó con la pulcritud que lo convertía en el espía perfecto.

—Esperaba ver a Jongin aquí.

—Está vigilando a Wonwoo. —Mingyu habría preferido que llevara a un conductor vampiro también, pero su presencia habría entorpecido la habilidad del cazador para rastrear la esencia de Minho. Así que conducía el mismo mientras Jongin lo seguía volando.

Entretanto, él estaba confinado en casa debido al ala dañada por el fuego de ángel. Lo cierto era que se estaba curando con rapidez y ya podía volar, pero hacerlo solo habría conseguido empeorar la herida, y necesitaba estar en plena forma cuando Minho apareciera de nuevo.

Wonwoo llevaba fuera la mayor parte del día, aunque lo llamaba para informar cada
vez que terminaba de examinar una zona de Manhattan. Resultaba extraño darse
cuenta de que, aunque tenía muchos otros problemas, lo... echaba de menos. Aquel
mortal con el espíritu de un guerrero se había convertido en alguien importante para
él.

—Bueno, cuéntame.

—Es lo que pensabas —dijo Dokyeom—. Yixing despierta a los muertos.

Mingyu notó el penetrante frescor de la brisa cargada de agua que llegaba desde el
río y se preguntó si Yixing sería tal como era si no hubiera matado al humano que
amenazaba con volverla «un poquito» mortal.

—¿Estás seguro?

—Vi cómo lo hacía.

—¿Y viven? —Volvió la mirada hacia el otro ángel.

Los ojos de Dokyeom mostraban una profunda repugnancia.

—Yo no lo llamaría vida, pero existe una chispa en su interior, parte del resplandor de la persona que fueron en su día.

Aquello era peor de lo que Mingyu había imaginado.

—¿No son marionetas, como creíamos?

—Lo son, pero también son algo más. Abominaciones andantes que ven y oyen pero nunca hablan. Su silencio queda acallado por los gritos de sus ojos. Saben lo que son.

Incluso el alma de un arcángel podía sentir la gélida mano del horror.

—¿Durante cuánto tiempo puede mantenerlos así?

—De los renacidos que vi, el mayor tenía un año. Empezaba a dar muestras de senilidad, y hacía mucho tiempo que había perdido su chispa. —Una pausa. Después, aquel ángel que por lo general siempre se mostraba sereno dijo—: Es una bendición que esa parte de su alma muera.

—¿Y Yixing tiene un control absoluto sobre esos renacidos?

—Sí. Por ahora juega con ellos como un niño con un juguete nuevo. Pero llegará el momento en que los convierta en un ejército.

Aquella mano gélida apretó el corazón de Mingyu. Porque si aquellos renacidos empezaban a caminar entre los vivos, la civilización se vendría abajo y el terror se apoderaría del mundo.

Arcángel Oscuro - Meanie [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora