Eran estúpidos, todos ellos. Creían que iba a morir.
Se echó a reír a pesar del dolor que laceraba sus ojos y su cuerpo, a pesar de laa gonía que amenazaba con convertir sus entrañas en agua y hacer papilla sus huesos. Rió hasta que la risa fue el único sonido en el universo, la única verdad.
No, no iba a morir. Sobreviviría a ese calvario que ellos llamaban veneno. Una mentira. Un esfuerzo por consolidar sus propios poderes. Y no solo iba a sobrevivir: resurgiría convertido en un dios. Y cuando todo acabara, el Grupo de los Diez se echaría a temblar y la tierra se cubriría de ríos de sangre. Sangre...
rica, nutritiva y sensual.