Wonwoo gritó... y aterrizó con fuerza sobre su trasero y apoyó las manos sobre la superficie rugosa de unas baldosas muy caras.
-Pufff... -Tras maldecirse para sus adentros por haber proferido aquella amarga exclamación de sorpresa, se sentó en el suelo e intentó recuperar el aliento.
Mingyu estaba de pie a su lado, como una visión sacada del cielo y el infierno. De ambos lugares. A la vez. En aquel momento comprendió por qué los ancestros de la humanidad habían considerado a los de su especie los guardianes de los dioses, aunque no tenía claro que ese no fuese un demonio.
-Esto no es el Gremio -consiguió decir después de un buen rato.
-Decidí que hablaríamos aquí. -Le tendió la mano.
Wonwoo lo ignoró y se puso en pie sin ayuda, aunque logró a duras penas resistir la tentación de frotarse la parte baja de la espalda, que le dolía muchísimo.
-¿Siempre sueltas a tus pasajeros de esa forma? -murmuró-. No es muy elegante
-Eres el primer humano al que he llevado en brazos en muchos siglos -replicó. Sus ojos azules parecían casi negros en la oscuridad-. Había olvidado lo frágiles que sois. Te sangra la cara.
-¿Qué? -Alzó la mano hasta un punto de la mejilla que le escocía. El corte era tan minúsculo que apenas lo notaba-. ¿Cómo me he cortado?
-El viento y tu cabello. -Se dio la vuelta y empezó a caminar hacia el recinto acristalado-. Límpiate, a menos que quieras ofrecerles un tentempié a los vampiros de la Torre.
Se frotó la herida con la manga y luego apretó los puños con fuerza mientras clavaba una mirada asesina a la espalda que se alejaba
-Si crees que voy a seguirte como un perrito...
Mingyu echó un vistazo por encima del hombro.
-Podría hacer que te arrastraras, Wonwoo. -No había ni el menor rastro de humanidad en su rostro, nada salvo el brillo de un poder tan enorme que Wonwoo deseó poder protegerse los ojos. Le costó un verdadero esfuerzo no dar un paso atrás-. ¿De verdad quieres que te obligue a postrarte ante mí?
En aquel instante, supo que Mingyu estaba dispuesto a hacer justo eso. Algo de lo que había dicho o hecho había llevado al arcángel más allá de sus límites. Si quería sobrevivir con el alma intacta, tendría que tragarse el orgullo... o él se lo destrozaría.
La sola idea le abrasó la garganta antes de afirmarse con la solidez de una roca en su estómago-No -respondió, a sabiendas de que si alguna vez tenía la oportunidad, le clavaría un cuchillo en la garganta por haber pisado su orgullo de aquella manera.
Mingyu lo contempló durante varios minutos, una exploración fría que convirtió en hielo la sangre de Wonwoo. A su alrededor brillaban millones de luces de la ciudad, pero sobre aquella azotea solo había oscuridad... a excepción del m resplandor que emanaba de él. Había oído a la gente cuchichear sobre aquel fenómeno, pero jamás había llegado a presenciarlo... porque cuando un ángel brillaba, se convertía en un ser con poder absoluto, un poder que por lo general estaba destinado a matar o a destruir. Un ángel solo resplandecía cuando estaba a punto de hacerle pedazos a alguien.
Wonwoo le devolvió la mirada, reacio a rendirse... o más bien incapaz de hacerlo. Había cedido tanto como podía. Si la cosa continuaba así, lo mismo daría arrodillarse.
Ponte de rodillas y suplica. Tal vez entonces reconsidere la idea.
No lo había hecho entonces. Y no lo haría ahora. Sin importar el precio que tuviera que pagar.
Justo en el momento en que creyó que todo había acabado, Mingyu se dio la vuelta y continuó su camino hacia el ascensor. El resplandor se apagó en un abrir y cerrar de ojos. El lo siguió, muy consciente del sudor que corría por su espalda y del intenso sabor del miedo que le llenaba la boca. Sin embargo, por dentro hervía de furia.