Dejó el tubo de mensajería sobre el escritorio de Mingyu.
—No puedo aceptar esto.
Él levantó un dedo y siguió de espaldas a el mientras miraba por la ventana conel teléfono junto a la oreja. A Wonwoo le resultó bastante extraño ver a un arcángel con
un artilugio tan moderno, pero aquella reacción no era muy lógica: eran expertos en tecnología, aunque parecieran salidos de un cuento de hadas.No obstante, nadie sabía cuánto de verdad había en aquellos cuentos de hadas.Aunque los ángeles habían formado parte de la historia de la humanidad desde las primeras pinturas rupestres, permanecían envueltos en el misterio. Puesto que los hombres habían odiado los misterios desde siempre, se habían tejido miles de mitospara explicar la existencia de los ángeles. Algunos los consideraban descendientes de los dioses; otros los veían sencillamente como una especie más avanzada. Solo una cosa era cierta: eran los gobernantes del mundo, y lo sabían muy bien.
En aquellos momentos, Su Alteza hablaba entre murmullos. Irritado, Wonwoo empezó a pasearse por la estancia. Las grandes estanterías que había en una de las paredes laterales llamaron su atención. Estaban hechas de una madera que o bien era ébano, o había sido tratada para que lo pareciera, y contenían un tesoro tras otro
Una antigua máscara japonesa de un oni, un demonio. Sin embargo, esta tenía un toque pícaro, ya que había sido creada para una fiesta infantil. El trabajo era meticuloso y los colores, brillantes, aunque Wonwoo percibía su antigüedad con claridad. En el estante de al lado no había más que una pluma.
Una pluma con un color extraordinario: un azul oscuro y perfecto. El había oído rumores sobre un ángel de alas azules que volaba sobre la ciudad durante los dos últimos meses, pero estaba claro que aquellos rumores no podían ser ciertos... ¿O sí?
—¿Será natural o sintética? —susurró para sí mismo.
—Oh, es totalmente natural —aseguró la voz suave de Mingyu—. A Kai le
preocupaba muchísimo perder sus preciadas plumas.Wonwoo se dio la vuelta con la frente arrugada.
—¿Por qué dañaste algo tan hermoso? ¿Por celos?
Algo brilló en los ojos del arcángel, algo caliente y letal.
—Kai no te interesaría nada. Le gustan los donceles sumisos
—¿Y? ¿Por qué le arrancaste las plumas?
—Había que castigarlo. —Mingyu se encogió de hombros y se acercó a menos de un paso de el—. Y lo que más le duele es que lo amarren al suelo. Recuperó sus plumas en menos de un año.
—En un suspiro...
El nivel de peligro pareció disminuir después del comentario sarcástico.
—Para un ángel, sí.
—¿Y sus plumas nuevas son como las antiguas? —Se dijo a sí mismo que debía dejar de mirarlo a los ojos, que, sin importar lo que él dijera, aquel contacto hacía que le resultase más fácil invadir su mente. Sin embargo, no pudo hacerlo; ni siquiera cuando aquellas llamas azules se transformaron en algo muy parecido a diminutos torbellinos afilados—. ¿Son como las de antes? —repitió con una voz que de pronto pareció hambriento.
—No —respondió él mientras recorría con los dedos su oreja—. Son incluso más hermosas. Azules con un ribete plateado.
Wonwoo se echó a reír ante el tono de reproche que detectó en su voz.
—Esos son los colores de mi dormitorio.—Una tensión indescriptible estalló entre ellos. Poderosa. Vibrante. Sin apartar los ojos de el, Mingyu deslizó el dedo por su mandíbula hasta la garganta.