Katherine sube las escaleras a paso lento meneando las caderas, por detrás le sigue Karl. Al llegar a la habitación él le ayuda a bajar el cierre del vestido dejando a la vista poco a poco su sensual espalda, al mismo tiempo se deleita respirando el aroma que desprende de su cuello. La respiración caliente de él se esparce en el cuello de Katherine haciendo que se le erice la piel.
Él va depositando besos por cada centímetro de su piel; cuello, espalda, hombros, y durante despoja completamente el vestido de Katherine que cae al piso. Quedando medio desnuda ante los ojos de Karl, con una lencería de encaje color violeta que resalta sus hermosos atributos, él se queda embelesado apreciándola. Esa mirada ardiente por parte de él, a ella la prende aún más.
Los besos cada vez se vuelven más salvajes.
Karl se vuelve a posicionar por detrás y pasa una mano por delante de ella estrechandole un pecho, al mismo tiempo con su otra mano y utilizando nada más el extremo de sus dedos baja por su abdomen, sus dedos se trasladan como si estuviera tocando un piano, rozandola sutilmente en toques lo que le provoca un hermoso cosquilleo a Katherine. Así él continúa hasta llegar a su intimidad que termina estrujandola con ferocidad, acto que le arranca un fuerte gemido a ella.
Katherine está tan extasiada de placer que se le nubla la mente.
En un movimiento rapido Karl la gira hacia él, quedando frente a frente. Él comienza a quitarse el saco y a desabotonar su camisa con velocidad, Katherine y él se siguen besando, nada interrumpe o los separa.
Los besos de él son avallasadores, su lengua ataca cada rincón de la boca de Katherine, no son toscos, sino que se sienten tan exquisitos y suaves, ya que su lengua pareciera que se moldeara tan bien con la de ella, se sintonizan muy bien. Ni se diga de sus labios perfectos, de vez en cuando hunde su labio inferior en la boca de ella robándole toda racionalidad. «Si que sabe besar», piensa Katherine.
Por un momento se separan, a esto Katherine sin cohibirse contempla el cuerpo muy bien trabajado de él; sus pectorales libres de bellos que resaltan (causa que tenga ganas de encajar sus dientes en esa zona), sus hombros anchos y curvados por sus músculos, los pliegues de su abdomen marcado y de cada músculo de su torso trabajado. Todo este conjunto de atributos junto a su piel blanca y tersa lo hacen ver hermoso a sus ojos. Desearia probar cada centímetro de este hombre.
Katherine no espera más y salta sobre él enredando las piernas por sus costados, Karl le corresponde agarrándola de su trasero y recorriendola hasta los muslos, también uniendo sus bocas de nuevo.
La lleva a la cama y se tumba sobre ella, luego se posiciona entre sus piernas y lentamente baja su braga, igual forma mientras la va bajando deja un camino de besos entre chupetones, cuando al fin se la quita le arranca con un gran beso y mordisco en la parte de su zona prohibida otro gemido, pero más grita cuando pasa la punta de su lengua por su zurco que la hace arquear la espalda y tomar las sabanas con fuerza. Los sonidos saliendo de su boca a él lo descontrolan, casi se le rompe el pantalón con tremenda erección provocado por eso.
Karl prosigue hacia arriba quitándole el sosten y metiendose un seno completamente de ella a la boca, le presiona y la rasga con sus dientes. Es rudo y tierno a la misma vez.
Una torrente eléctrica recorre el cuerpo de Katherine y mucho más al momento que él se despoja de su pantalón y ropa interior dejando a sus ojos a semejante miembro, por un instante se le cae la mandíbula. Su vientre se contrae por el deseo y por experimentar lo que se siente al tener eso dentro. «Seguro romperá mis paredes», dice en sus adentros Katherine.
Sin más, Karl se deja de jugar y levanta un poco las piernas de ella. Antes de adentrarse extiende su mano y alcanza su pantalón para tomar un preservativo, rápidamente lo abre y se lo coloca. Comienza a frotar su viralidad en su zona V y de una sola estocada se hunde. Un grito y un gruñido suenan al mismo tiempo, por un segundo él se detiene, pero al mirar la aprobación de ella sigue; embistiendo con fuerza y precisión y sin parar. Él al moverse pareciera que hace magia, sabe en donde tocar y como hacer que explote la brisa.
Ciertamente Katherine ha gemido al sentir el obligamiento de su vagina a expandirse ante la entrada de la gran circunferencia de él (grosor), además su longitud es demasiada, más de lo que puede manejar. Casi lo ha sentido hasta la garganta. Pero algo que la ha inundado en un motín orgasmico y placentero. Descubriendo partes de su utero que creía excentas de sentir placer.
Así continúa Karl embistiendola y arracandole gemidos avallasadores, regalandole multiples orgasmos.
Al mismo tiempo, Katherine no desaprovecha la oportunidad y se dedica a disfrutar de la espalda de él dejando marcas de rasguños y mordeduras en sus marcados hombros. Esto a Karl no le molesta para nada, sino que le ha fascina. Él tampoco se queda atrás, pues también le deja marcas en su cuello con sus besos y mordeduras.
Esto no termina aquí, ellos siguen por todo el trayecto de la larga noche probando de todo, en serio no dejan nada a la imaginación, ellos no desperdician ni un minuto, de su primera noche.
...
Es de mañana, los rayos de la luz del sol filtrándose por las cortinas golpean a los ojos de Karl obligándolo a abrirlos, al hacerlo busca con la mirada la presencia de Katherine, sin embargo, el lado de su cama se encuentra vacío. Por raro que parezca siente una punzada en el corazón.
Un poco decepcionado se levanta de la cama y busca sus ropas.
«¿Qué esperabas idiota?, sí estás haciendo el papel de prostituto. Que irónico, de CEO a prostituto, ¿cuándo se ha visto algo así? Nadie lo creería», reniega en sus adentros Karl.
Y de repente ella aparece por la puerta con una bandeja con el desayuno.
—Traje el desayuno, espero que no te moleste...
Karl baja la mirada exhalando.
—Por supuesto que no, al contrario gracias por molestarte.
Ellos se disponen a degustar el desayuno en silencio, nadie menciona nada así como si fueran dos simples desconocidos. Después de esto Karl se asea y se prepara para irse, él en su pecho siente una especie de incomodidad.
Ya para irse...
—Te agradezco por la noche que me hiciste pasar. Despertaste celulas de mi cuerpo que creía muertas, creo que después de todo la experiencia si te hace feliz —le dice Katherine con una gran sonrisa en el rostro y ya detrás de su puerta, apenas asomandose.
—Me alegra haberlo hecho bien... Puedes llamarme cuando quieras.
—Hiciste un muy buen trabajo.
—Claro, hice muy bien mi trabajo —de prostituto, termina por decir en su mente, tuerce una media sonrisa.
—Creo que esta será la última vez que nos veamos, lo que me diste anoche es más que suficiente —la verdad ella no quiere volver un habito a este hombre, teme que después se vuelva su adicción.
—Como tú quieras, eres tú la que pagas —expresa con cierto recelo Karl.
Sin más y sin decir otras palabras Katherine por último le da el pago correspondiente y un poco más de dinero por según la compañía. A él de nuevo no le queda opción más que tomar el dinero.
Karl llega a casa con los humos a todo vapor.
—¿Qué te pasa? —le pregunta desconcertado Alan quien ya lo esperaba en la sala.
Karl pasa de largo y solo golpea con el fajo de billetes el pecho de Alan dandoselos.
—¿Y este dinero?
—No preguntes —le dice Karl con voz dura.
—Espera, ¿de dónde vienes? ¿Por qué llevas puesta la misma ropa de ayer?
—No quiero hablar ahora, así que dejame en paz Alan. Por favor adelantate a la oficina, después te alcanzo.
—Bien —le dice no muy convencido Alan, igualmente se marcha dejando a solas a Karl con sus pensamientos.
«¿Qué carajos estás haciendo Karl? ¿En serio te has convertido en un prostituto solo por ella? ¿Por qué demonios te interesa lo que piense? Ella no es nada», Karl en un momento de desenfreno tira el vaso de cristal que tiene en la mano haciendolo añicos.
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DE CEO A PROSTITUTO
RomansaKatherine es una famosa escritora que en un día sin inspiración decide contratar a un caballero de compañia para poder vivir lo que es tener el calor humano y así poder tener un mejor panorama para su descripción. Pero esto solo la conlleva a una te...