El fin de semana pasó, ahora es lunes, Karl y Katherine regresan al trabajo cómo «recién casados», derrochando amor por dónde quier, pero claro hasta el momento que entran a la empresa, cada uno se separa yendose a sus respectivos puestos.
Karl sube por el ascensor y al llegar al piso encuentra vacía el area, probablemente porque aún es demasiado temprano, piensa.
En fin, se encamina a su oficina, igualmente antes de entrar nota que Esthela tampoco ha llegado. Por su parte es probable que Alan apenas debe estar yendo a su casa, olvidó mencionarle que no fuera.
Tan pronto como se sienta detras de su escritorio, coge el teléfono para avisarle a Alan, pero antes de conectar la llamada tocan la puerta.
«¿Será Esthela», se pregunta. «No, ella siempre llega tarde, debe de estar dejando a su hijo en preescolar».
—Pasen... —permite curioso por saber de quién se trata.
Al otro lado de la puerta al escuchar esa voz grave y ronca sonríe ampliamente Katherine, y más porque ya se imagina que gestos debe de estar poniendo Karl. Abre y apenas lo mira y lo confirma, su rostro de incredulidad; con una ceja arqueada y ojos entrecerrados, sus comisuras levemente encogidas marcando los maxilares de su mandíbula, se ve precioso a su ver.
—¡Soy yo! —exclama con alegría.
Karl se queda atónito, pero en segundos sus facciones endurecidas se ablandan.
—Eres tú... ¿Que haces aquí?
—Mmm, bueno. Puedo irme si le molesta CEO.
—Ah, lo siento. Es que no pensé en volverte a ver tan pronto. ¿Tanto me extrañaste? —le pregunta con picardía torciendo una media sonrisa.
Katherine fija su mirada en él y luego se encamina hacia su escritorio para recorrerlo alrededor, y él pueda apreciar el contoneo de sus caderas. Es claro que lo está seduciendo.
Karl clava su mirada en ella casi comiendosela. Las feromonas de ella lo invaden por todo su cuerpo.
—Sabes, fantaseaba con cogerte aquí —palpa el escritorio señalandole—, desde que supe que eras el CEO —su voz se ha diluido como si le estuviera susurrando.
La piel de Karl arde, y siente un gran malestar en su entrepierna que solo ella puede calmar.
Katherine de pronto se sienta arriba del escritorio y con sus manos lentamente sube su falda dejando a la vista sus contorneados muslos que se notan rojos por el calor que emana su cuerpo.
«Sí está así de ahí, ¿cómo estará de allá? Debe estar cómo una brasa esperándome»...
Karl no se tortura más y va hacia ella. Y sin tanto drama los dos se terminan desnudando y de subirse por completo al escritorio. Karl la besa salvajemente dejando rastros de saliva por toda la cara de ella y despues por toda el area de sus senos. Kathe gime y gime.
—¡Karl entra ya! —le exige.
Y sintiendo primeramente su cabeza, lo recibe en su entrada apretada.
«¿Está jugando conmigo?», se pregunta Katherine enojada. A Karl verla gruñona le fascina, le encanta fastidiarla.
Karl la mira con sus pupilas dilatadas.
«Parece que lo está disfrutando», piensa Kathe. Eso ya le empieza a ocasionar un dolor pélvico.
—¡Ahh! ~~~~ ¡Ya Karl! Duele, duele, ya hundete.
Él arquea una sonrisa retorcida, termina por calmar a su orgasmo hundiendose hasta su tope y dejando caer su peso en ella para oprimir su vientre y sienta aún más su endurecido e insano pene «Ahh, mm, ah, ñam ~~», gime diferentes tipos de orgasmos Katherine. Sus ojos se ponen en blanco, ella se siente tan llena. No hay rincon que él no abarque. Pronto un líquido caliente se escurre por sus paredes bañando totalmente al pene de Karl.
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DE CEO A PROSTITUTO
RomantikKatherine es una famosa escritora que en un día sin inspiración decide contratar a un caballero de compañia para poder vivir lo que es tener el calor humano y así poder tener un mejor panorama para su descripción. Pero esto solo la conlleva a una te...