Final

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Sigues sin decir nada.

—Está mujer en serio. ¡Mujer dime! Me mataras de un paro cardíaco... —su corazón late a mil por hora.

—¡Ahhh! ¡Sí, seremos papás!

El rostro de Karl irradia felicidad por la noticia. De un impulso desmedido levanta a Katherine en el aire como bebe.

—Karl, controlate. Estoy embarazada, el bebé aún no nace...

«Bebe», esa palabra lo conmueve.

—Cierto, cierto. Perdón amor —de inmediato la pega a su cuerpo pero ahora cargandola por debajo de sus glúteos. Kathe queda un poquito más arriba de la altura del rostro de Karl.

Katherine tenerlo así y ver de tan cerca sus ojos, puede apreciar un brillo especial en ellos. Cristalinos, llenos de ilusión. Esa alegría la invade en el pecho. Está mañana cuando irrumpio en su oficina iba a contarselo, pero tenía temor. No sabía cómo lo tomaría, más que nada por ser demasiado pronto cuando su relación formal apenas comienza. Pero ahora viendolo así, no duda en darle más hijos.

—Sabes que me haces el hombre más feliz del mundo...

Ella solo le sonríe y termina por pegar sus labios a los de él. Un beso suave. Karl cierra los ojos y frunce el ceño sintiendo en todo su explendor ese beso. Kathe continua dándole pequeños besos en sus labios mientras habla.

—Amor, aún seguimos en el estacionamiento. Debes soltarme para que vayamos a casa...

—Oh sí —su mente anda flotando de la emoción. La baja de inmediato. No obstante en cuanto lo hace, antes de entrar al auto coge su teléfono para realizar unas llamadas.

—¿Qué haces? —le pregunta Katherine.

—Llamare a mis padres, se pondrán muy felices al saber que por fin su hijo pródigo les dara un nieto. Oh, también llamaré a Forest para que publique la noticia en primera plana...

Katherine se queda atónita escuchandolo. «Este hombre».

De pronto Karl siente un gran sope en su nuca.

Se gira furioso y se encuentra con Alan...

—¿Qué te dije? Que tomaras las cosas con calma. Asociégate.

—Gracias Alan —le agradece Katherine, suelta el aire—. Cariño, apenas tengo un mes. Es mejor que esperemos.

Karl asiente cómo cachorrito regañado.

—Perdón, me emocioné mucho. Tienes razón —luego dirige su vista a Alan—, pero tú, lo pagarás... —a él lo fulmina con la mirada

—Ahhh con que harás mamá a Kathe —Alan le sonríe ampliamente entrecerrando los ojos. «Mamá», esa palabra llena de ternura a Karl y el enojo que tenía contra Alan, como si nada se esfuma.

—Sí... Ya quiero verle su pancita —Karl aproxima sus manos al vientre de Kathe.

Kathe fija su mirada en Alan, le lee los labios.

—Años de práctica... —despues alza la voz—, felicidades a los dos. Estoy feliz por ustedes. Quiero ser el padrino.

—Gracias Alan.

—Bien, los dejo.

Alan está a punto de marcharse cuando sin esperarlo escucha por la espalda la voz grave de Karl que le ocasiona un escalofrío.

—No creas que he olvidado el golpe malnacido...

Se echa a correr.

***

DE CEO A PROSTITUTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora