La puerta se abre y aparece Katherine en bata, sin maquillaje, con el cabello recogido en un molote. Sus mejillas están un poco enrojecidas.
Para Karl con esa apariencia le parece tan hermosa.
En este instante quiere tomarla y repegarla contra la puerta y follarla como nunca, pero se contiene y respira hondo.
—¿Qué haces aquí? —pregunta Katherine cubriéndose con la bata.
Pero él le responde con otra pregunta.
—¿Estás sola o estás con tu editor? —pregunta con voz fría.
—¿Disculpa? ¿Por qué tendría que decírtelo?
—Porque quiero pasar... No puedes cancelarme así como si nada.
—A ver, seamos claros, yo te contraté como prostituto ¿Cierto? No como otra cosa.
—Nadie dice que quiero otra cosa Katherine.
Los dos son demasiados orgullosos para aceptar sus sentimientos.
Katherine asiente unas cuantas veces.
—Bien, entonces está más que claro el hecho de que contraté a un prostituto porque no quería mezclar sentimientos y solo queria sexo, nadie le debe explicaciones a nadie, ni yo a ti, ni tu a mí.
Karl siente una opresión en el pecho. Las palabras de Katherine le han dado un duro golpe de realidad.
—Y así quiero que siga —remata Karl. También puede ser tan hostil y frío como ella.
—Entonces, ya que todo está más que aclarado. Sí, estoy sola. Pero si entras sera bajo tu responsabilidad, puedes elegir irte y vivir, o entrar y aceptar tu muerte, no soy una persona facil Karl. Está es tu oportunidad para huir.
—Prefiero la muerte, así que déjame pasar. Quiero seguir siendo tu prostituto —dice con firmeza sin una pizca de inseguridad aún sabiendo que algún día esto tendrá un fin y podría resultar herido. No le importan los daños colaterales. Si tiene una oportunidad de estar con ella, la tomará sin pensarlo.
—Entonces entra... Espera —lo detiene en seco poniendo una mano en su firme pecho, él se detiene y clava su mirada penetrante en ella, casi devorándola—. Otra cosa, te advierto que cuando entres encontraras una casa en ruinas. Han sido unos dias difíciles.
Unos segundos más los dos pasan a la casa, y era muy cierto lo que decía Katherine sin exagerar. Su casa está patas arriba, los muebles empolvados, la sala desalineada, basura acumulada, la cocina ni se diga, trastes sucios por donde quiera.
Para Karl, el hombre meticuloso y pulcro, eso es el terror puro. Se queda en silencio contemplando todo el desastre.
—Perdi la copia de mi manuscrito, por consecuencia tuve que iniciar escribiendo todo de nuevo. Me he llevado horas detrás de la pantalla sin descansar. Entre el trabajo en la empresa y esto, por ende no he tenido tiempo de asear está casa.
Suspira cansada Katherine, vuelve a sentarse detras de la laptop. Solo le quedan unos meses para entregar ese libro a la editorial que le dió un adelanto, no puede fallar o tendrá repercusiones.
—Entiendo... —lo único que puede decir Karl.
—Es por ésto que no te había llamado y contestado —verdades a medias.
Katherine no sabe en qué momento deja de hablar cuando ya tiene sus dedos en las teclas escribiendo sin parar, ignorando por completo a Karl. Entre todo lo malo, lo bueno es que ella tiene su boceto. Así que no le es tan difícil empezar de nuevo.
Pasa al menos dos horas sin parar. Cuando se mete en su mundo no hay quien la saque de allí.
Pero al fin sus dedos enroscados se lo impiden obligándola a volver al mundo real. Al estirarse y voltear su vista a otro lado que no sea su laptop, mágicamente aparece todo ordenado, limpió, impecable. La cocina está rechinando de limpia y brillosa, así como el piso y los muebles. La sala está aspirada. Se respira un rico aroma en el ambiente. Hasta el perro aparece bañado «¡Vaya!». Por unos segundos se queda perpleja.
Y de repente entra Karl por la puerta, con las mangas de su camisa blanca retraidas hasta su antebrazo.
—Solo me faltaba sacar la basura.
—¿Tu hiciste todo esto? —pregunta impresionada Katherine.
—Te aseguro que no fue tu editor —expresa con cierto recelo Karl, claramente Katherine lo nota.
Ella solo puede sonreír ante sus gestos, ese ceño fruncido y mandíbula marcada, le parece lindo. Aunque trata de disimular.
—Bueno, no sabía que también había contratado a un criado.
—Mmm —mas humillado no puede estar.
—Es broma, no te enojes —ahora la unica risueña es ella, y esas sonrisitas a él lo desarman.
—No importa, estoy aquí para lo que necesites.
De pronto la vibración de un teléfono en la mesa llamá la atención de Katherine. Es el celular de Karl, quien lo llama; Brianna. Katherine frunce el ceño.
—Ire a bañarme mejor...
Karl se queda desconcertado «¿Ahora que le ocurre? ¿Por qué el cambio de actitud tan repentino?»
Katherine sube las escaleras pero a la mitad se detiene y mira a Karl.
—¿Qué no vienes?
Y no necesita decirle dos veces para que él suba. Llega hasta ella y hace que envuelva sus piernas alrededor de su cuerpo, la carga y camina con ella hacia el baño.
Katherine por su parte se adelanta dándole un profundo beso manteniendo sus ojos abiertos, dirigiendo su vista a la mesa, el celular de él no deja de sonar, cosa que a Karl no le interesa en lo más mínimo. «Yo soy la que lo tiene entre sus piernas, y soporta estúpida». Continúa besandolo.

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DE CEO A PROSTITUTO
RomanceKatherine es una famosa escritora que en un día sin inspiración decide contratar a un caballero de compañia para poder vivir lo que es tener el calor humano y así poder tener un mejor panorama para su descripción. Pero esto solo la conlleva a una te...