El día ha terminado, Karl en su auto se dirige a toda velocidad hacia la casa de Katherine.
Ella cuando apenas llegó a casa se hundió en la cama. Brianna tocó una fibra sensible. Tocó en un lugar que sigue doliendo.
Hasta el momento sigue hundida repasando lo que sucedió está tarde.
No puede evitar sentir celos, lo miró junto a Brianna. ¿Será que Karl se dió una oportunidad con ella?, se cuestiona. Sería totalmente entendible después de tanto rechazarlo, se dice. Aún así, duele. Lo extraña. Ella también le entregó una parte de su alma.
Sin embargo, lo que realmente la tiene mal es haberle hecho pasar otra vergüenza a Karl, ¿por qué siempre tiene que ser un desastre? Se pregunta. Él estaba acompañado, de seguro de importantes empresarios. Lo dejó mal ante ellos.
Piensa que es mejor matar cualquier ilusión que tenga. Para cualquiera que esté con ella le sería una carga, una maldición. Ella ha vivido muy tranquila estando sola, sin dañar a nadie. No hay más culpas. Así la vida no duele tanto.
Baja a la cocina a tomar agua. En ese momento tocan la puerta. En seguida se encamina a abrir, y al hacerlo de frente encuentra a Karl.
Se ven sin un rostro legible.
—Karl.
—Katherine.
—¿Cómo te encuentras?
—Mejor...
—No me mientas. No estás bien.
—No es tu problema Karl.
—¿Por qué tienes que ser tan dura conmigo? ¿Por qué sigues intentando alejarme?
—Porque tú sigues con la ilusión de que aceptaré. Pero mi decisión no cambiará. No daré hincapié a una relación que no está destinada a nada. Solo perderías el tiempo. Busca a una mujer que quiera lo mismo que tú Karl. Yo solo quiero mi libertad, mi soledad, eso es mi felicidad.
Karl baja la mirada.
—¿Me dejas pasar? —le pregunta en voz baja.
—¿Pasar? No hay motivo. Es mejor que te vayas.
—Quiero mi liquidación —levanta la mirada, y en esa mirada Katherine encuentra una profunda oscuridad. Su voz suena ronca, con dolor—, sabes que dinero es lo que menos necesito. Lo único que quiero es cobrarme con tu cuerpo.
Katherine palidece al escucharlo. El ímpetu de sus palabras le han erizado la piel, de repente su presencia amable y cálida se ha tornado a una fría y siniestra.
La atmósfera se siente lúgubre, nada de calor hay en ella.
—Entonces pasa si eso quieres, no me negaré. Es lo justo.
Karl pasa rozando el hombro de ella sin dirigirle la mirada. Lo frío de ese toque a Katherine le ocasiona que le recorra un escalofrío por toda su espina dorsal. Ella siente la frialdad de su aura. Parece un hombre totalmente diferente, sus cejas fruncidas, con el rostro palido y endurecido. Un hombre temible, sobre todo con ese traje totalmente negro, parece un asesino al acecho.
Katherine cierra la puerta y él ya se está quitando el nudo de su corbata. Kathe pasa saliva.
—No te preocupes que será rápido —expresa con hostilidad Karl, no hay ni siquiera una pizca de calidez en sus palabras. Realmente está vez se está portando cómo un prostituto que simplemente hace su trabajo.
La indiferencia de sus palabras a Kathe le ocasiona una leve opresión en el pecho.
Katherine se acerca a él temerosa, él ya se ha quitado el saco y la corbata.
ESTÁS LEYENDO
DE CEO A PROSTITUTO
RomantikKatherine es una famosa escritora que en un día sin inspiración decide contratar a un caballero de compañia para poder vivir lo que es tener el calor humano y así poder tener un mejor panorama para su descripción. Pero esto solo la conlleva a una te...