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Él procede a acercarse a ella por la espalda y darle sutiles besos por el cuello y por sus mejillas. Poco a poco la encamina a la mesa. Pasa sus manos por el vientre de ella subiendole lentamente su blusa. Ella no puede detenerlo, le nubla el pensamiento, quiere seguir sintiendo ese cosquilleo que le hace sentir.

Cuando menos lo piensa él la tiene sometida en la mesa. Su torso y cara están sobre la mesa mientras su trasero le queda a él a la vista y altura.

Karl de pie atras de ella se inclina para depositar suaves besos humedos en la sensual y delgada espalda de Katherine. Traza un camino por su columna y sí, hasta llegar a su trasero, le baja su falda y bragas, dejándola ya sin una prenda, es inevitable resistirse ante tales atributos. Besa una de sus nalgas la cual termina por mordisquear. Katherine jadea cada vez más. El calor en el ambiente va en ascenso.

«¿Por qué se siente tan bien el estar así con ella?»

—Estamos ensuciando la mesa de nuevo —le menciona Katherine.

—No te preocupes, yo me haré cargo.

Y sin previo aviso él baja su pantalón y boxer para después sacar su miembro, acto seguido separa la abertura de las dos nalgas de Katherine y se frota bañándose con su humedad. Sigue con la travesía, se introduce poco a poco. Katherine eso la hace sentir como un masaje que la relaja, que la lleva al cielo. Él se abre paso por sus paredes hasta llegar al tope.

Él está dentro de ella, y esa sensación es algo que Katherine no quiere que acabe, estando de esa forma la hace sentir muy feliz como si estuviera drogada.

La cara de Katherine está ruborizada.

Karl la toma de las caderas para sostenerla y que no se mueva.

Él empieza de forma suave, pero cada vez más va aumentado el ritmo dando fuerte al momento del tope. De vez en cuando vuelve a suavizar sus embestidas, no quiere que termine.

Pero el fuego de sus cuerpos les dictan lo contrario.

Para terminar Karl coloca sus dos manos en el medio de la espalda baja de Katherine ejerciendo presión, provocándole que toda sensación la sienta más intensa. Y esta vez sus movimientos son fulminantes, Katherine se agarra de las orillas de la mesa con fuerza.

Poco más los dos llegan al climax.

...

Cubierta con una manta y arropada en los brazos de Karl en el sofá, Katherine no entiende porque él sigue en este juego. Antes creía que era tan amable con ella porque era parte de su trabajo. Pero ahora que sabe que él no es un prostituto, no entiende porque sigue siendo tan amable y menos después de como reaccionó hace instantes.

—¿En qué tanto piensas? —le pregunta Karl interrumpiendo sus pensamientos. Él sabe que tiene algo que le inquieta, conoce su lenguaje corporal, su ceño fruncido y mirando a la nada se lo dicen.

Katherine da un suspiro.

—No entiendo porque soy la única que no lleva ropa. Tú en ningún momento te desvestiste, solo te bajaste los pantalones. Eres un cabrón. Exijo que te desnudes.

Karl alza las cejas y sonríe con la boca abierta, a veces su forma de hablarle le tambalea su mundo, pero le fascina.

Él tiernamente le da un besito en la punta de la nariz.

—Está bien, lo que ordene la princesa. —comienza a quitarse su ropa.

«¿Princesa?», aunque le parece cursi, ella no puede evitar sentir un gorgojeo en su pecho. Él también puede desestabilizar su mundo.

Se termina de desvestir y con la misma manta de Katherine se cubre. Allí quedan los dos compartiendo la manta y su piel.

Minutos después los dos vuelven a unirse en uno sólo.

DE CEO A PROSTITUTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora