Un Obsequio Para Karlie.

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Cuando desapareció entro a la oficina de la rubia, recorrió un poco del papeleo que tenía y la sentó, la rubia lloraba y por fin dejó escapar los gemidos de dolor y por el deseo que la poseía, abrió sus lindos pantalones y los sacó junto a las bragas, sintió como su humedad comenzó a resbalar por sus muslos y Karlie tragó saliva, cerró la puerta con llave para testear a Harry, se giró para abrir sus pantalones y sacar su miembro, de su bolsillo sacó un condón y lo deslizó por su longitud.

— ¿P-porque él huele tan bien? – Preguntó sin saber por qué.
— ¿Quién? – La observó.
— C-Calvin Harris – Gimió.
— ¿Calvin huele bien? – Sonrió – ¿Mejor que yo? – La penetró.
— ¡Aaahh! – Gritó.
— Debes ser silenciosa directora, recuerda donde estás – Expresó.
— Hng, oh Dios – Gimió.

Karlie siguió su trabajo, entrando y saliendo lentamente torturando a Taylor que no terminaba de bajar su fiebre, ni el dolor terminaba de ceder.

— P-por favor Karlie – Gimió.
— ¿Por favor que directora? Estoy haciendo mi trabajo.
— Pero p-puedes ha-hacerlo mejor – Gimió.
— ¿Mejor? Ni si quiera respondiste mi pregunta ¿Por qué debería yo ser amable contigo?
— Es... Es, aaahh – Echó su cabeza hacia atrás – Es raro porque... Ambos me g-gustan – Gimió.
— ¿A qué te refieres con que ambos te gustan? ¿Los olores?
— S-si – Jadeó – El tuyo me r-recuerda a mi lugar favorito – Gimió cuando la penetró de nuevo – S-sí, así – Exclamó.
— ¿Y él? – La penetró más fuerte.
— N-no sé, es c-como mi bebida f-favorita.

Karlie siguió penetrando duramente, era como si de pronto quisiera terminar con eso la tomó de la cintura y se movió de forma rápida que pronto el orgasmo se generó en ambas, Taylor intentó no gritar cuando el orgasmo llegó, por su parte Karlie cuando terminó su orgasmo sacó su miembro y quitó el condón para atarlo y comenzar a vestirse.

— ¿Qué haces? – Preguntó Taylor.
— Es todo.
— N-no, yo aún no siento alivio – Gimió – Todavía d-duele y...

La castaña la observó para acercarse a ella de nuevo y le tomó la mejilla haciendo jadear a la rubia, seguía su fiebre y el dolor en todo su cuerpo, Karlie gruño y tensó su mandíbula, por unos segundos se planteó dejarla así, pero no era culpa suya aquel encuentro, regresó y respiró profundo tratando de calmar su enojo, la tomó de la cadera para bajarla del escritorio, la giró para que le diera la espalda, la rubia flexionó sus piernas un poco sacando el trasero, la castaña le tomó una pierna para subirla al escritorio como si fuera subirse al escritorio y la pierna fuera de apoyo, poso sus manos en el escritorio para apoyarse un poco más, cuando la sintió entrar en ella de golpe su espalda se arqueo haciendo que su cabeza se echara hacía atrás, iba a gemir pero uso su corbata para atarle la boca, las estocadas era duras, fuertes y seguidas haciéndola jadear, ella quería evitar gemir porque no sabía si podían oírla, los dedos grandes de la castaña se encajaban en la cadera de la rubia que gemía suave e intentaba no gritar, sintió los dientes filosos de Karlie en su hombro de nueva cuenta al igual que su lengua, se preguntaba si iba a morderla de nuevo y así fue, sintió un agudo dolor y esta vez la mordida fue más fuerte y duró más tiempo, mientras sus estocadas eran rudas, el orgasmo estaba por llegar lo podía sentir.

— Así que ya cedió – Exclamó Karlie soltando su hombro.
— Mph.
— Shhh – Lamió su mordida.

Sus manos soltaron su cadera para subir a sus pechos y los apretó mientras lamía su cuello y su pelvis seguía moviéndose de atrás hacia delante.

— Sigue, sigue, por fa-vor – Gimió bajando la corbata.
— No pararé aun directora – Le dijo al oído.
— M-muévete – Movió su cadera.
— ¿Te gusta así? – Se movió más rápido.
— Ugh, ngh, aaahh.

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