¿Celos?

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La castaña la tomó en brazos, entraron a la casa, para de inmediato subir hasta la habitación, la cama estaba acomodada y lista para ser usada, la recostó haciendo que Taylor soltara un suspiro, le desabotonó su propia blusa para quitarla, y la arropó, la rubia la observó.

— ¿Dormiré desnuda? – Sonrió.
— No estás desnuda, tienes tus bragas.
— Lo cual no es mucho – Rio.
— ¿Tienes miedo?
— ¿De ti? – La observó.
— ¿De quién más? – Sonrió.
— Eres demasiado dulce ¿Por qué tendría miedo de ti?
— De que el lunes no puedas moverte, ni un poco – Mordió su lóbulo.
— Entonces si – Rio – Tengo miedo de ti, pero al menos por favor déjame descansar esta noche ¿sí?
— De acuerdo – Le rodeó la cintura.
— ¿Cada que venías aquí? – Preguntó.
— Todos los fines de semana – Soltó.
— ¿Eras muy traviesa?
— No sé a qué te refieras con traviesa, no tenía mucho que hacer o con quien jugar, tenía niñeras e instructores, así que solo la pase estudiando y aprendiendo – Soltó un tanto incomoda.
— Lo siento, lo siento – Tomó su mano cuando aflojaba su agarre – Te contaré de mí, es tanto lo que quiero saber de ti, pero no he ofrecido nada a cambio, tienes razón – Entrelazo sus dedos – Soy la hija mayor de una familia de cuatro, están mis padres, Andrea y Scott Swift, y mi hermano menor Austin, tres años menor que yo, nací en West Reading, Pensilvania, pero nos mudamos prontamente a Nashville, conforme fui creciendo y estudiando se me dio la oportunidad de venir a Nueva York, pensé que sería muy difícil para mí poder congeniar en esta enorme ciudad pero de pronto me topé con Calvin en una convención de administración, realmente me pareció lindo – Se encogió de hombros – Me invitó a conocer la empresa de su padre y ahora que veo mejor a Calvin solo siento que me cegué por lo lindo que es, realmente ahora que es Director Adjunto en vez de que mi trabajo se reduzca, estoy llena de más y más trabajo – Suspiró.
— Es una pena que no sirva ni para eso, solo sepa posar y ser guapo – Gruñó.
— Me di cuenta de eso, pero...
— ¿Te gusta como lo hace? – Preguntó de pronto.
— ¡¿Qué?! – Se giró a verla.
— Sí, ¿quiero saber si lo hace bien?
— Karlie, no quiero hablar de eso y si te hace feliz saberlo, solo me acosté con él una vez ¿sí? Y fue después de que tú y yo lo hiciéramos tantas veces, no he querido hacerlo con él porque me gusta más estar contigo y...

Karlie la abrazó más fuerte, lo que le dio a entender a Taylor que estaba un tanto celosa, así que la rubia suspiró calmándose, parecía que tenía una novia adolescente, espera ¿novia? ¿En qué momento había pensado eso? Claro, desde que empezaron a tener sexo y a medio vivir juntas, se reprendía mentalmente ya que siembre le decía a Karlie que disfrutaran del sexo, se golpeó mentalmente para intentar no pensar en ello, prontamente escuchó la respiración lenta de la castaña y sonrió, se giró lentamente para quedar frente a frente y le acarició la mejilla, no sabía bien la historia de la castaña, pero esperaría el tiempo necesario para que ella se abriera con ella y pudieran conocerse aún mejor.

— Karlie – Gimió.

Sentía como su zona intima estaba más y más mojada, estaba poseyéndola estaba segura de eso, pero no podía despertar ¿o quizá era un sueño? Sentía los dedos de ella muy dentro mientras su clítoris era atendido, se retorció soltando gemidos fuertes.

— Vamos Tay – Despierta escuchó a su oído – Necesito tu consentimiento total, no quiero que me acuses de abuso – Soltó una risita – Vamos Tay – Mordió su lóbulo.
— Karls – Gimió.
— Abre tus ojitos Tay, quiero enterrarme tan dentro de ti, pero abre tus ojos – Lamió su cuello – Mi amor – Llamó.

Taylor abrió sus ojos perezosamente, no es que no quisiera hacerlo antes, pero realmente le estaba costando abrir los ojos, estaba tan agotada que no podía, pero la sorpresa de como la había llamado terminaron por hacerle abrir los ojos y Karlie sonrió.

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