25. Ni yo me entiendo

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Mikkel

Aylen sigue dormida en mi cama, ni yo me lo creo. Es la primera vez que tengo sexo en mi habitación. Ha irreal esta noche, nunca me imaginé verla en vestido en la terraza disculpándose. Esta desnuda, durmiendo boca abajo. Yo hace unos cuantos minutos me desperté.

Tengo miedo, siento que esto es más grande que yo ahora mismo. Tengo miedo que no sea suficiente para esta chica. Nunca me ha importado lo que ellas piensen, pero esta mujer no para de dar vueltas en mi cabeza.

He pasado de ser un idiota completo a un hombre feliz, ni en mis sueños me imagine sentirme de la forma en que me siento después de lo que pasó. No tengo necesidad de salir corriendo o de despertarla para que se vaya.

Busco mi móvil, abro la cámara y le tomo una foto. Parece feliz, y espero que así sea. Chris me escribió para decirme que estarán toda la noche por fuera para darnos privacidad. Esto será interesante. Me acuesto de lado mirándola, le quito el cabello que tiene sobre su cara y ella hace un puchero.

Abro de nuevo mis ojos y el sol me molesta, me muevo un poco, pero al instante me freno porque Aylen aún sigue dormida. ¿Cómo mierdas puede dormir tanto? Me pongo boca abajo como ella y comienzo a besarla por todos lados. Empieza a soltar algunos gruñidos como negación a mis actos.

– Vamos hermosa – le susurro –. Despierta.
– No – dice con esfuerzo.
– Abre los ojos – le sigo besando –. Ya salió el sol.
–  Quiero dormir – dice mientras se pone una sabana en la cabeza.

No puedo obligarla, me doy la vuelta y me siento en el borde de la cama. No puedo creer que este sea ahora mismo yo. Siento unos brazos rodearme y unos besos en mi hombro.

–¿Cómo estas? – le pregunto.
– Cansada – susurra –. ¿Tu?
–Extraño – confieso –. No se que hacer exactamente.
– No tiene que hacer nada – me doy la vuelta.
– Es que siento que esperas que haga algo, pero no se que es – ella niega.
– Se tu – dice dándome un beso rápido.
– No entiendes – me pongo en pie –. Yo no soy el chico de novias que llevan rosas o hacen cartas – me apoyo en la cama –. Soy el hijo de puta que va por ahí viendo que chica lo deja entrar para luego salir sin reclamos.

Se me queda mirando. Carajo creo que la volví a cagar. Pero es lo que siento, siento que ella espera que yo sea el novio perfecto, como los que lee en sus libros.

– ¿Serás ese hijo de puta conmigo? – niego rápidamente –. Entonces no me importa, no es la primera vez.

Lo dice por Tyler. ¿Cómo mierdas puede pensar en Tyler si está conmigo? Quizás él es mejor que yo. Salgo de la habitación.

– ¿A donde vas? – pregunta a mi espalda.
– Tengo que respirar – suelto.

Voy al pequeño balcón y saco un cigarrillo, lo enciendo y comienzo. Es que no lo entiendo ¿Me está comparando con el idiota ese? Maldigo un par de veces con todas las pendejadas que se me cruzan por la cabeza.

– Deberías entrar – me tenso –. Hace mucho frío.
– Estaré bien – digo sin mirarla.
– ¿Qué te pasa? – niego –. Dime.
– Lo mejor es que te vayas – suelto sin pensar.
– Entonces así es como funcionas – ahora si me giro –. Me coges, me dices 3 o 4 palabras lindas y después me mandas a casa.
– Si lo quieres ver así, no le veo problema – se cruza de brazos.

Por un momento se queda esperando alguna respuesta de mi parte, y no es que me quiera hacer el interesante solo que me enoja saber que estando conmigo piensa en alguien más. Sigo fumando y su ceño se frunce.

– Vete a la mierda – escupe.

Me deja solo en el balcón, creo que ha le cagado por quinta vez en 24 horas. La sigo hasta el momento en que le da un portazo a la puerta del baño. Le doy unos cuantos golpes, pero no abre. No quiero verme como un celoso porque no suelo serlo, pero tampoco quiero que piense que es verdad lo que le dije.

MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora