3. Un grave error

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Aylen

Me despierto sobresaltada por el horrible sonido de afuera, una punzada horrible hace que me tire de nuevo sobre las almohadas. Siento que mi cabeza va a explotar, abro muy despacio los ojos de nuevo e intento recordar donde esto. Mierda, es lo único que me repito mentalmente.

Carajo estoy en ropa interior, y cuando digo ropa interior me refiero solamente a mi braga. Me envuelvo en la sabana y recorro la habitación. Parece que aquí también hubo una mini fiesta, todas las botellas del mini bar están en el piso desocupadas, encuentro una botella con agua y me la tomo como si mi vida dependiera de ello.

Empiezo a buscar desesperadamente mi ropa, solo espero que lo que sea que haya pasado en esta habitación hubiera sido con protección porque me rehusó totalmente a tener un bebé a los 18 años. Encuentro mi bolso y tomo mi móvil. Si antes creía que iba a morir por el dolor de cabeza, ahora estoy segura que mi entierro será pronto porque tengo veinte llamadas perdidas de Mel, lo que es peor son las cuatro de la mañana y seguramente mi madre no demora en despertar. Comienzo a llamar a Mel.

Carajo Aylu ¿Dónde estás metida? – pregunta susurrando.

– No sé, pero tengo que llegar rápido – me pongo el vestido –. Abre la ventana para poder entrar por ahí.

Fue lo primero que hice cuando llegué, por cierto los demás decidieron terminar la fiesta en otro lado al igual que tu – me tropiezo con uno de mis tacones.

– Creo que estoy es el Western – digo cuando veo la mesa al lado de la cama.

¿Cómo llegaste allá? – ruedo los ojos.

– Quisiera saberlo – digo abriendo la puerta esperando que no haya nadie –. Te hablo cuando este cerca.

Salgo de la habitación, camino lo más rápido que puedo. Seguramente mi madre se va a enterar de esto, espero que para ese momento tenga una buena excusa. Hay un trabajador sacando la basura, siento que mi cara va a estallar por la vergüenza de que me vean saliendo como si fuera una ladrona y por el dolor de cabeza que me mando.

Mi casa queda cerca al instituto, pero esta algo lejos de donde estoy ahora mismo. No hay muchos taxis en Oakridge así que la única opción que tengo es caminar. Me quito los tacones y comienzo a rezar. No es que haya gente mala, en realidad no es lugar peligroso, pero seguramente alguien me vera y va correr a contarle a medio mundo que me vio en el peor estado posible.

Después de caminar un buen tiempo veo el auto de Tyler en la estación de gasolina de Mr. Jones.

– Pero mira a quien tenemos aquí – dice Tyler apenas me ve.

– Cállate Sloane – le lanzo una mirada de pocos amigos –. Me duele demasiado la cabeza y no quiero lidiar con tus estupideces.

– Como tú quieras – me guiña el ojo antes de subirse a su auto –. Yo me largo.

– Espera – una gigantesca sonrisa aparece en su asqueroso rostro –. Necesito que me lleves a casa.

– No me lo puedo creer – dice riendo –. La gran Aylen Evans me está pidiendo que la lleve a su casa.

– ¿Puedes o no? – no voy hacer de esto un drama.

– Sube – dice aun burlándose.

– Gracias.

Me subo a su auto, no es nada del otro mundo. Tyler puede que sea un idiota, pero sé que aún le gusto y está esperando cualquier señal para volver a estar conmigo.

– Mmm Tyler – le llamo –. ¿Tu viste con quien me fui anoche?

– Mierda – dice frenando –. No recuerdas a quien te cogiste.

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