4. Maletas listas

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Mikkel

El regaño de mi madre por nuestro viaje exprés fue gigante, lo bueno es que llegamos con tiempo de sobra para escuchar al juez. No fue nada que ya no sepamos, tenemos que estar un casi un año completo en Oakridge, tenemos que reportarnos a los trabajos sociales asignados sin falta alguna. Y como si fuera poco tenemos que asistir a clases.

Una vez en la casa de mis padres estamos aquí todos, los padres de Logan y Chris, el abogado en fin solo falta el juez y el dueño del carro que estrellamos. Mi padre dijo que teníamos que hablar algo serio y ya creo de que se trata.

– No podrán usar sus verdaderos nombres – escupe sin anestesia.

– Como saben los únicos que sabemos que fueron ustedes lo que hicieron el desastre de la exposición de autos somos nosotros – dice el padre de Chris –. Y esperemos que se mantenga así.

– No quiero escándalos de ninguno de los tres – sentencia mi padre –. Miller les consiguió esto, todo con permiso de juez.

Ponen sobre la mesa licencias de conducción y pasaportes con nuestras fotos, pero con nombre diferente. No puedo creer que el juez accediera a esto, algo me dice que hubo algo de dinero por debajo de la mesa.

Michael Haynes, ahora ese sería mi nuevo nombre. No se si reírme o hacerle un escándalo a mi padre. Por un momento pienso en el auto que compramos y dejamos en Oakridge, esta a mi nombre.

– Mañana en la tarde Shawn los llevara – dice mi madre –. Supongo que los niños ya tienen un lugar a donde llegar.

– Madre – me manda a callar con un gesto.

– Me niego a escucharte – sentencia.

– Nadie puede saber quiénes son realmente – pronuncia mi padre –. Lo último que quiero es que la gente se entere que tengo un idiota sin cerebro por hijo.

– Yo no soy un idiota sin cerebro – le respondo.

– Pues actúas como uno – dice enfrentándome.

Le pido a los padres de Logan que me dejen en mi departamento, no soy bueno haciendo maletas, pero tengo que hacer mi mejor esfuerzo. No soy de los chicos que tienen 30 mil camisas, una para cada día. Debo aceptar que los regaños de mi madre por el desorden hicieron que mi indecencia no fuera tan dura, suelo dejar todo organizado.

Las maletas quedan listas, miro el reloj y son pasada las seis de la tarde. Tengo ganas de llamar a Jo antes de irme para vernos mañana, pero se que a esta hora ella no toma el teléfono. Quizás también esta enojada conmigo y probablemente si la llamo mañana o en un mes no me responda.

Dentro de todas las consecuencias de lo que hicimos lo que más me puede es que mi madre me ignore, ella siempre fue la que me daba su apoyo. No suelo demostrar afecto a los que me rodean, pero si es muy evidente que esta situación con ella me afecta.

Voy a lo que yo considero es mi estudio y veo el mapa del hotel donde fue la exposición de autos, aquí fue donde inicio este gran show. En resumidas cuentas, lo que hicimos fue robar un auto de una subasta, organizada por un socio de mi padre. La idea era solo salir con el auto y dejarlo estacionado en algún lugar público, llevábamos puesto máscaras y todo. La situación se salió de control cuando la policía comenzó a disparar. Yo era el que estaba conduciendo, coche con varias cosas y termine en el sótano del edificio de mi padre.

El socio de mi padre es más bien como si fuera su hermano, por eso mi padre lo convenció de no exponernos. Eso y que mi padre también hizo todo para que nuestros nombres no aparecieran en la primera plana de los periódicos.

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