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「 NARRA LY
Luego de un viaje en carretera, habíamos llegado a la comunidad en la cual vivía la familia de noah, el chico que había salido del hospital donde tenían secuestrada a beth. Pero, todo parecía acabado ahí dentro, no había señales de que alguien estuviera con vida en ese lugar y fue un golpe demasiado fuerte para él.
Entramos al lugar para buscar provisiones en las casas abandonadas y para que noah pudiera asimilar la situación tranquilo y tal vez, podría ir a despedirse de sus padres o volver a tener esperanza, si es que ellos no estaban en la casa.
Nos dividimos.
—Voy con ustedes.—Murmure acercándome a tyreese. Él asintió dejándome acompañarlos. Iríamos hasta la casa de los padres de noah, porque él quería ver todo con sus propios ojos para confirmar lo esperado.
Me quedé junto a tyreese en todo momento mientras entrábamos a la casa. Encontrándonos con lo esperado por todos y fue doloroso, pero no podíamos hacer nada. Con tyreese subimos al piso de arriba y entramos a una habitación, viendo las fotos que habían en la pared.
Estaba tan perdida en mis propios pensamientos que no me di cuenta de lo que pasaba a mi alrededor hasta que sentí como tyreese me empujaba hacia un lado, haciéndome perder el equilibrio y por aquello, terminó en el piso viendo como un niño le mordía el brazo.
—¡Noo, tyreese!—Grite al ver lo que estaba pasando. Noah entró rápido a la habitación y mato al niño, quien parecía ser su hermano. Me levante del piso casi corriendo para acercarme al moreno, ayudándolo a sostener su herida, manchando mis manos de sangre.
—Todo estará bien, iré por ellos para que nos ayuden.—Dijo noah con desesperación antes de salir corriendo de la casa.
Me senté en el piso junto a tyreese mientras las lágrimas bajaban por mis mejillas sin cesar. No quería que nada malo le pase, no quería perderlo. Él era bueno, no podía estar pasandole esto a él.
—Lo siento..—Me disculpe sosteniendo su mano con fuerza.—Lamento esto, debí estar atenta a todo.—Murmure con la voz temblorosa y él de todas formas me regalo una pequeña sonrisa.
Tosió ligeramente.—Tranquila, todo estará bien.
—Si.. claro que estará todo bien, no te preocupes.—Murmure intentando sonreírle, pero solo fue una mueca tonta.—Tienes que estar bien, tienes que cuidar al bebé, ¿Lo recuerdas? Tienes que estar conmigo.—Musite viendo la pequeña sonrisa que se formaba en su rostro.
—E-estaré con ustedes, fu-fue una p-promesa, Ly.—Aseguró débilmente, mirándome.—No dejaré que nada malo les suceda a ustedes.—Murmuro suavemente.
Sentir como su voz iba perdiendo fuerza me estaba destruyendo por completo. No sabía que hacer. Nos quedamos en silencio, rogando porque la ayude llegará rápido.
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Estábamos en el auto. Le habían cortado el antebrazo en busca de salvarlo de alguna forma, pero no parecía estar bien y no podía sentirme de peor manera que en estos momentos. Las lágrimas silenciosas no dejaban de bajar por mis mejillas, quería vomitar y seguir llorando.
Glenn apoyo su mano en mi hombro dándome un ligero apretón. Venia sentado atrás mío. Apoye mi mano sobre la suya, cerrando mis ojos con fuerza sintiendo como el auto comenzaba a frenarse.
Se había acabado.
Bajamos todos del auto y entre, rick y glenn, lo bajaron del auto, acostándolo en medio de la calle.
Glenn me abrazo alejándome un poco de la situación mientras que rick, verificaba lo que todos ya sabían. Me aferre con fuerza al cuerpo de glenn cuando sentí como michonne desenfundaba su katana
Mierda.
—Fue mi culpa..—Susurre sin alejarme del glenn.—Mierda, fue mi jodida culpa..—Asegure con la voz completamente rota.—Él se puso en el medio por mi, él me sacó del camino y no pude hacer nada.—Seguí con aquello.
—No fue tu culpa, rubia.—Apoyo sus manos en mis mejillas para que lo mirase.—Él te cuido como lo prometió, ¿Bien? No es tu jodida culpa, no te sientas culpable. Tienes que calmarte, piensa en el bebé.—Pidió mirándome fijamente a los ojos.
Asentí ligeramente sin decirle absolutamente nada y él me abrazo una última vez con fuerza. Agradecía que almenos él estuviera a mi lado, sino sería mucho peor.
Era tan doloroso perder gente. No podía acostumbrarme a eso y nunca iba a poder hacerlo.
Después de ese momento nos reunimos con los demás para enterrarlo y que el padre gabriel pudiera dar una oración en su honor.
Daryl se puso a mi lado.
—¿Estas bien?—Pregunto.
Las lágrimas ya no caían, pero mis ojos rojos eran delatores de cuanto había estado llorando hace un momento atrás y él lo había notado.
—Si, todo está bien.—Conteste intentando sonreírle, pero no tenía la fuerza suficiente para hacerlo. La culpa aún estaba en mi cabeza.
—Puedes hablar conmigo si lo necesitas, Ly.. somos un equipo.—Murmuro suavemente entrelazando su mano con la mía.
Asentí ante sus palabras.—Lo se, pero estoy bien, no tienes que preocuparte por mi.
