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Sus ojos azules estaban brillosos por las lágrimas acumuladas dentro de ellos, pero estaba tan enojada que no dejo caer ni una sola en ese momento. Sabía que no debía estar enojada, pero no podía sentirse de otra manera y eso la hacía sentir aún más molesta, porque no podía controlar sus sentimientos como le gustaría.
Sabía que él tenía que irse.
Que era por carol y beth, pero no lo podía digerir de otra forma. No en ese momento, no con el revuelo de hormonas que tenia su cuerpo. No quería que se fuera.
—Ella está molesta.—Aseguró el moreno mientras ayudaba a quitarle las cosas del piano de la iglesia. Para usarlas como protección en la entrada de la misma como puntas, para evitar la entrada de los caminantes.—Deberías hablarle antes de irte, para dejarla más tranquila. Tienes que entenderla, ni ella debe entender sus sentimientos y como comienza a sentirse su cuerpo.—Murmuro observando como el arquero miraba a la rubia.
—Si, creo que tienes razón.
Los dos terminaron de arreglar la entrada para que la iglesia fuera un lugar más seguro. Cuando termino se encaminó hasta donde se encontraba la rubia, tapizando una de las ventanas con madera. No dudo un segundo en quitarle las cosas y terminar el trabajo por ella.
—¿Crees que podamos hablar?—Le pregunto intentando no ser invasivo, porque hace un momento atrás lo había mandado a la mierda y no quería que eso vuelva a pasar.—No quiero irme sabiendo que estas enojada.. solo quiero que entienda que tengo que hacer esto por ella, no es que quiera dejarte, Ly, tengo que hacerlo.—Murmuro buscando que lo comprenda.
—Créeme que lo entiendo, no soy una jodida perra egoísta. Ellas me importan y quiero que las vuelvan a traer, que las saquen de ese lugar.. claro que quiero eso, pero me asusta no volver a verte de nuevo.—Murmuro con la voz temblorosa mientras las primeras lágrimas comenzaban a mojar sus mejillas.
—No, no..—Murmuro suavemente abrazándola aunque ella no quisiera ser abrazada en ese momento.—Tranquila, eso no va a pasar. Volveré y estaremos juntos, te lo prometo.—Le aseguro sin soltarla, mientras ella sollozaba contra su pecho.—Confía en mi, voy a volver. Te lo juro.
—Si, siempre dices lo mismo..
—Porque siempre voy a volver por ustedes, Ly.—La miro.—No voy a dejarte, a dejarlos. Ni ahora, ni nunca y es una promesa.—Aseguró apoyando sus manos sobre las mejillas húmedas de la rubia.—Solo debo resolver esto, ¿Esta bien? Solo déjame arreglar esto y ya, me quedaré aquí contigo.—Le aclaro.
Asintió levemente.—Esta bien, lo entiendo en serio.. no estoy molesta contigo, solo me da miedo perderte y tener que seguir sola. No quiero que te pase nada malo.—Aclaro.
—Lo entiendo, hermosa.—Aseguró dejando un casto beso sobre los labios de ella, sintiendo el gusto amargo de sus lágrimas.—Te quiero, Ly. No dudes de esto.—Murmuro cerca de sus labios, haciéndola sonreír.
—Y yo a ti, Dixon.
Unieron sus labios en un último beso un poco más intenso y dulce. Lo quería tanto y lo había extrañado tanto, que no podía creer que ya se iba de nuevo y que el estar juntos les había durado tan poco.
Pero esperaba que todo saliera bien en la misión y que ambas mujeres pudieran volver al grupo. Sanas y salvas.
Los dos volvieron con el grupo. Todo dejó de sentirse tenso entre ellos y se notaba de lejos.
—Cuídate, rubia.—Murmuro la colorada abrazándola fuertemente.—No te preocupes que yo me voy a encargar de cuidarle la espalda al flechitas. Volverá sano y salvo para hacerse cargo de ese niño.—Aseguró con diversión antes de alejarse de ella.
—Gracias Cj.—Le sonrió.—Tú también cuídate mucho.—Pidió mirándola. La colorada asintió levemente.
—Nos vemos pronto.
Se despidió rick.
En la iglesia quedarían; Michonne, carl, judith, gabriel y Ly. Esperando hasta que ellos volvieran de ese hospital extraño donde se suponía que tenían a las chicas.
—¿Te sientes bien?—Pregunto la morena mientras sostenía a la pequeña bebe entre sus brazos.—Se que debes estar sensible y todo eso, te entiendo. Es horrible sentirse de esa forma.
—Si, estoy bien.. pero es horrible, no me siento del todo yo y eso es difícil de comprender.—Murmuro mirándola con una pequeña sonrisa.—Pareciera que estoy conociéndome de nuevo y no me agrada eso.
La contraría la miro con una sonrisa divertida.—Te acostumbraras tarde o temprano, aunque al principio será difícil.—Le aseguro.
—Eso espero, ya quiero que esta etapa termine.—Murmuro con diversión.
