Cuando llego al restaurante, como siempre, veo que el aparcamiento está a rebosar, no importa la hora que sea. Aparco mi moto y aseguro mi casco a ella. Me encamino hacia la puerta y reparo en un precioso biplaza blanco que hay aparcado allí.¡Menudo pepinorro!
Una vez que entro en el local, el olor a hamburguesa y a pizza me retuerce el estómago.
¡Ufff..., qué ricoooooo!
Miro a mi alrededor. Este legendario local, lleno de luz y vida, me hace sonreir, y acercándome a la barra espero mi turno. Luego pido una hamburguesa doble con queso y kétchup, aros de cebolla y patatas. Tengo un hambre voraz. El empleado me toma el pedido, me cobra y me indica que me siente, que ellos me lo llevarán a la mesa.
Por los altavoces del local suena la canción paper cuts, y la tarareo mientras me encamino hacia una mesa. En cuanto me siento miro de nuevo a mi alrededor.
A diferencia de la fiesta de la que vengo, aquí la gente es como yo. Gente de a pie que se come una hamburguesa sin pensar en las calorías que se van a meter en el cuerpo. Aquí no hay estrellitas ni mocatrices deseosas de llamar la atención.
De pronto oigo un estruendo y, al volverme, veo a una chica en el suelo. «¡Ay, pobre!» Rápidamente, otro chico y yo corremos a ayudarla. Es una de las camareras, que parece ser que ha pisado algo, ha resbalado y se ha caído. Pobrecita, qué leñazo se ha dado.
El chico y yo la acompañamos a la cocina, donde de inmediato, unos señores, que sé que son las dueños, van a atenderla. Cuando me dispongo a salir de nuevo, al darme la vuelta mis ojos reparan en un tipo que sentado a una mesita junto a la pared, mira su telefono móvil mientras se come una hamburguesa.
Joder... No.... ¡no puede ser!
Pero... pero... ¿qué hace aquí el bomboncito? Y ¿por qué está metido en la cocina comiendo?Lo observo boquiabierto durante unos instantes hasta que la dueña nos agradece la ayuda y nos indica que, por favor, salgamos de la cocina. Obedientemente, el otro chico y yo lo hacemos.
De vuelta en el salón del restaurante mi estómago se retuerce de nuevo. Pero esta vez no de hambre, sino de nervios.
¿Por qué tengo que volver a encontrarme con ese tipo?
Pero ¿qué narices me pasa? ¿Desde cuándo ver a un tío me pone tan nervioso?Sin saber qué hacer, me siento a la primera mesa para observar.
Desde ella, cada vez que abren la puerta los camareros para llevar un pedido, veo a Jiwoong, y luego observo que los dueños del local se sientan con él y los tres charlan divertidos.Vale, serán amigos. Ahora entiendo por qué está ahí.
Uno de los camareros me trae mi pedido. Con una sonrisa se lo agradezco y comienzo a devorarlo mientras mi lado observador está pendiente de ver si alguien más se sienta con Jiwoong y los dueños. Pero no, el tiempo pasa y siguen solo los tres.
¿En serio ha venido solo? Mientras me como mi hamburguesa pienso en que es la tercera Vez que el destino lo pone frente a mí. Eso me hace recordar la historia de mis padres. Me río. Y como soy igual que mi padre, en Este instante tomo la decisión de conocerlo si o si. Es más, recuerdo que me he prometido a mi mismo que si lo volvía a ver lo besaba y, oye, yo cumplo mis promesas.
¡Decidido!
Me acabo la hamburguesa y sigo pendiente de mi objetivo. Jiwoong vuelve a mirar su telefono móvil tranquilamente y, pasado un rato, se levanta. Pero la puerta se cierra.
¡Mierda!
Por ello, y sin dudarlo, me acerco a la puerta de la cocina y la entreabro. Veo que aquel se despide de los dueños y estos caminan con él hacia la entrada trasera. A toda prisa salgo del local y busco esa puerta. Sin mucho problema la localizo y entonces veo que Jiwoong sale por ella.
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Si hay que perder el miedo a algo, que sea al miedo. MATTWOONG
FanfictionMatthew, ama su trabajo, pero por experiencia sabe que si tiene pareja puede hacerlo sufrir. Jiwoong, el cual después de la muerte de su esposa se cerró en banda al amor. El destino los unirá, y aunque son muy diferentes se atraerán de tal manera q...