41 Matthew

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Salto de la cama y me lanzo al suelo mientras me cubro la cabeza con las manos. De mi boca salen las palabras «No.., no.., no.. » cuando oigo la terrible explosión de una bomba y cómo todo lo que hay a mi alrededor se desmorona sobre mí. Me agobio, no puedo respirar, pero entonces oigo:

Matt... Matt, ¿qué pasa?

Noto unas manos que me cogen, me sujetan. Pero no. No quiero que me inmovilicen.

-No. No me toques..., ¡suéltame! ¡Suéltame! -grito dando manotazos.

Según digo eso abro los ojos alterado y noto que estoy sudando. Jiwoong me mira. Su expresión denota lo desconcertado que está. Me siento en el suelo y, consciente de lo que ha ocurrido, mientras tiemblo descontroladamente me tapo el rostro con las manos y exclamo:

¡Mierda..., mierda..., mierda...!

Estoy rabioso, furioso. Odio soñar con el maldito atentado del mercado. ¿Cuándo lo voy a olvidar? ¿Cuándo va a desaparecer de mi cabeza?

Matt , por favor, dime algo —musita Jiwoong sin tocarme.

Tomo aire. No puedo hablar, necesito reponerme. Qué fatalidad que me haya pasado esto estando con él. Aparto las manos de mi rostro, lo miro y consigo susurrar:

Lo..., lo siento...

Jiwoong no entiende nada. Me ayuda a levantarme del suelo y me sienta en la cama.

¿Puedes traerme un poco de agua? — murmuro mirándolo.

Sin dudarlo, él asiente y se dirige raudo a la neverita del hotel. De alli saca una botella de agua, coge un vaso, y cuando se acerca de nuevo a mí y llena el vaso, dice:

Aquí tienes.

Voy a cogerlo, pero me tiemblan las manos. Es tal el temblor que Jiwoong me mira y yo, para tranquilizarlo, consigo decir:

Estoy bien. Dame unos minutos.

Él afirma con la cabeza. No se separa de mi lado, pero no me toca; soy consciente de cómo me observa y no sé qué piensa.

Veo que su mirada pasa de mis manos a mi rostro y viceversa.

Tengo la respiración acelerada por lo que he soñado. Siempre es igual, nunca varía. El miedo. El horror de lo vivido se apodera de mí de tal manera que necesito unos minutos para recomponerme, y cuando siento que comienzo a ser el dueño de mis acciones pido:

Dame el vaso de agua, por favor.

Jiwoong lo hace. Esta vez puedo cogerlo. Mi pulso empieza a ser normal, y tras beber agua y devolverle el vaso para que lo deje en la mesilla, lo miro y él pregunta:

¿Qué ha pasado?

Tomo aire. Nadie a excepción de mis padres, Taerae y Hanbin han vivido conmigo momentos como este. No hay nada que lo provoque. Simplemente la pesadilla aparece cuando quiere. Y, mirando a Jiwoong, digo:

A causa de mi oficio, en la vida a veces he pasado por situaciones no muy agradables. Pero estoy bien. Te juro que estoy bien.

Jiwoong asiente. Intenta entenderme.

Hace años estuve en la base aérea de Dandong, cubriendo una misión con mi escuadrón, una de tantas —explico-. Tras cuatro meses destinados allí, el día antes de regresar a casa decidimos visitar el mercado de Soryong-dong en Corea del Sur, con la intención de comprar algunos recuerdos, pero cuando estábamos allí hubo un atentado con bomba.

Matty...

Su gesto, su voz, todo en él me hace saber cuánto lamenta lo que está oyendo.

Mi escuadrón eran Gunwook , Yeol , Dongsun, Eun y Hayoon
—continúo—, y todos murieron a excepción de Gunwook y yo, mientras esperaban a que nosotros regresáramos de comprar unas especias en un puesto callejero. — Tomo aire y, señalando el tatuaje de los aviones de mi hombro, indico—: Una vez me lo preguntaste... y ahora te digo que este tatuaje significa vida. Mientras yo vuele y viva, ellos volarán y vivirán conmigo. —jiwoong vuelve a asentir y yo añado—: Este otro tatuaje fue por mi primo Ollie, que murió en un fuego cruzado en Somalia. —E intentando sonreír afirmo— Él siempre me decía lo que pone aqui: «Si hay que perderle el miedo a algo...». —No puedo seguir. Mi voz se quiebra.
Tomo aire. El mismo aire que veo que Jiwoong necesita para escucharme.
Gunwook y yo resultamos heridos y fuimos evacuados en helicóptero y, ¡joder!, en mi pesadilla todavía recuerdo el olor, el sonido de la muerte y el sabor de la sangre en mi boca.

Si hay que perder el miedo a algo, que sea al miedo. MATTWOONG Donde viven las historias. Descúbrelo ahora