Tras una noche en la que no he podido dormir al añorar a Jiwoong y que me he pasado buscando información de los geos y del Parador de Sigüenza, donde estoy alojado, para suplir su ausencia, reconozco que estoy cansado.Pero todo el agotamiento se esfuma cuando mi hermano viene a buscarme a mi habitación y lo veo estupendamente. Yo solo quiero que Hanbin sea feliz.
De inmediato se interesa por mi viaje. A grandes rasgos le cuento lo bien que lo he pasado, y prometo contarle detalles en otro momento. Después bajamos juntos a desayunar al comedor, mientras disfruto del lugar donde estoy, que es precioso, y para mí está lleno de historia y de magia.
Cotilleando en internet, la noche anterior me enteré de que el Parador es un castillo medieval del siglo XII que fue construido sobre una alcazaba árabe, y en él vivieron reyes, obispos y cardenales.
Emocionado, le estoy contando todo eso a mi hermano cuando me suenan las tripas. ¡Qué hambre tengo!
Al entrar en el comedor al primero al que veo es a Jiwoong, que está sentado a una mesa situada al fondo. Está con Gyuvin y varias personas más, hablando, y cuando ponen unos biombos para separar esa mesa del resto, mi hermano dice:
—Nunca te sientes ahí a desayunar. Esa es la mesa de los jefazos.
Asiento. Veo que aquí también hay categorías, como en el ejército, y sonrío.
Mientras cojo algo del bufet, cotilleo mirando entre los biombos. Jiwoong está concentrado en lo que habla y, madre mía, qué sexy está en modo trabajo. Desde luego, tan serio y concentrado, ¡la palabra sexy se le queda corta! Veo cerca de él a Jackson y a Bambam, los hombres del pinganillo.
¡Qué coñazo tener que vivir así!
Mi hermano, ajeno a lo que pienso, comenta de pronto:—Me he reunido con Kim Jiwoong a las siete de la mañana.
Oír eso hace que lo mire sorprendido.
Sé que Jiwoong llegó al Parador una hora antes que yo. Cuando nos despedimos en el aeropuerto eran las doce y media, por lo que llegaría al hotel sobre la una y cuarto de la madrugada. Yo llegué a las dos. Me tomé algo tranquilamente en el aeropuerto. No tenía prisa, pero me alegré al llegar al Parador y verlo en la recepción hablando con Gyuvin, puesto que me había dicho que no se iría a la cama hasta que yo llegara.Así pues, si a las siete estaba hablando con mi hermano, ¿cuánto ha dormido?
Estoy pensando en mis cosas cuando se nos unen Changbin y Félix.En el rostro de este último veo todavía el enfado que lleva por lo sucedido con su hermano, y susurro:
— Se ha enamorado, perdónaselo...
—Nos ha fallado. Eso no se lo perdono —replica.
Vale, también tiene razón. Consciente de que no lo voy a hacer cambiar de opinión, decido callarme. Son hermanos y, tarde o temprano, lo solucionarán.
De pronto observo que Hanbin está mandando un mensaje en su teléfono y, tras echar un vistazo, cuchicheo:
—Woooo, haoooo...
Él me mira, levanta una ceja y, cuando va a decir algo, indico:
—Me cae genial. Tienes mi bendición.
Mi hermano se ríe, yo también. Y no hablamos más de ello.
Tras el desayuno el equipo al completo nos reunimos en una de las salas del Parador. Nos acomodamos en unas sillas, mientras que Gyuvin, Jiwoong y dos mujeres se sientan a la mesa que está en alto frente a todos nosotros y comienzan a hablar sobre los días que vamos a estar alojados allí y la metodología del rodaje.
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Si hay que perder el miedo a algo, que sea al miedo. MATTWOONG
FanfictionMatthew, ama su trabajo, pero por experiencia sabe que si tiene pareja puede hacerlo sufrir. Jiwoong, el cual después de la muerte de su esposa se cerró en banda al amor. El destino los unirá, y aunque son muy diferentes se atraerán de tal manera q...