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Son las diez de la mañana, dormí tres horas y ya me tuve que levantar para alistarme. Me despertó el sonido del celular, me estaba llamando mi jefe para mandarme a hacer una nota por el aniversario del mundial. Claro, como es un oportunista y se enteró que vine al casamiento de Paulo Dybala, sabía que iba a estar en la misma ciudad que varios jugadores de la selección.

¿Por qué nunca me hacen entrevistar a Lisandro? Todo sería más fácil, pero no.

—Se me parte la cabeza, juro que no tomo nunca más —me comenta mi novio desde el baño, se está arreglando para salir.

—Es que volviste dado vuelta, amor —me acerco al espejo que está frente a la cama para ponerme rimel.

—No, pasa que en una fui al baño y afuera estaban el Papu y Ota. Me convidaron un destornillador que me pegó zarpada entonada, de ahí no me acuerdo ni cómo llegamos.

—Con razón, si papu lo más sano que toma es merca —le tiro sin darme cuenta de las palabras que uso. Me salió del alma.

Escucho su risa desde el baño, contagiandome a mí.

—Andá, pobre, encima que casi nadie le hablaba. Lo tienen re cruzado desde que se le tiró a Antonella.

—Él también, justo le tira onda a la mujer de Messi —chasqueo la lengua. —Aparte mirá que Antonella la iba a hacer de callada para estar con él, ¿no? La re flasheó Papu.

—Y, según él, fue porque estaba eufórico por el mundial, pero qué sé yo.

Me río de la excusa barata que usó, tremendo bardo causó por su euforia. Tiene suerte de que Linda lo haya perdonado después de que se quiso levantar a Antonella, igual se re alejaron de todos así que no sabemos bien cómo viene la cosa entre ellos. Paulo lo invitó al casamiento porque no querían aumentar los rumores de que lo re excluyeron nomás.

—¿Me ayudas, amor? Antes de irte.

Se asoma por el borde de la puerta para ver qué necesito. Señalo mis pies que están dentro de las botas Versace de cuero que me llegan hasta la rodilla. Nunca puedo subirles el cierre, así que preciso de sus manos.

Se acerca y toma mi pierna con delicadeza para deslizar el cierre hacia arriba.

—Mirá como sos, me das esta vista justo cuando tengo que salir —me dice dándole una palmada a mi muslo que está cubierto por una media fina negra.

—Cuando vuelvas me sacas todo —le guiño el ojo y sonrío. Me gusta la complicidad que tenemos.

—Más te vale, eh —se pone de pie, quedando a la altura justa para darme un beso. —Che, yo me voy yendo porque Alexis ya está llegando.

—Acordate que a las 20 sale el vuelo a Londres —le recuerdo mientras toma su celular de la mesita de luz y vuelve a darme un beso.

—Para las 18 estoy acá. Te amo, nos vemos.

—Nos vemos, amor —me despido, volviendo a lo mío mientras él desaparece por la puerta de la habitación.

A Lisandro también le van a hacer una nota por el aniversario, pero para otro canal, así que no tengo que entrevistarlo yo. Después va a saludar a Paredes antes de volvernos a Londres, así que después de hacer mi trabajo voy a estar sola todo el día. No puedo ni ir a ver a Oriana porque ya se fue a su luna de miel.

Me termino de maquillar lo más rápido que puedo, no tengo idea de quién es el jugador al que tengo que hacerle la nota, pero si sé que es medio quisquilloso. Tengo que llegar antes de las 11 si no quiero que se tome el palo.

Una vez maquillada, me rocio perfume y tomo mi cartera para bajar al auto. El chofer me está esperando para llevarme al hotel del jugador, espero que el camarógrafo llegue antes que yo así no me lo tengo que fumar sola.

Lado a Lado | Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora