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Maratón 2/2 ♡

Enzo

No sé si van a caer los periodistas al cumple de Cande, no creo porque es privado en la quinta familiar, pero igual si caen ni cabida. Ya no me interesa un carajo aparentar, desde el mensaje que me mandó ayer me estuve maquinando un banda con todo lo que hice en estos años por aparentar.

Hoy que es su cumpleaños tengo todas las ganas de mandar a la mierda todo, pero Romi me llamó para que la ayude a decorar y eso me tiene entretenido. Tenia banda de gente que quiere un montón a Cande para llamarlos a decorar, pero me invitó a mí y fija que fue por algo. Ella siempre me quiso de nuero y me lo dijo, no es por agrandarme ante el muerto de Lisandro. Aunque cualquiera es mejor que ese tibio.

—¿Decís que así queda bien? —Ro me muestra una flor que hizo con globos de diferentes colores.

—Fua, te quedó de diez —le digo bajando la vista a los globos del piso, una vergüenza que me dijo de decorar y yo solo los inflé. —Le va a encantar a Cande.

—O le gusta o me caga a pedos porque ya no tiene 10 años para estas cosas —imita la voz de su hija con una sonrisa.

Me río. —Nah, si le encantaba que le hagan esas flores en sus cumpleaños —enrollo la boca del globo por mis dedos para atarla.

Asiente varias veces, parece estar pensando en la dimensión de los años.

—Veintitrés añitos, eh. Están re grandes —concluye pegando los globos en la mesa dulce. —Todavía me acuerdo cuando entró a la secundaria, estaba muy nerviosa porque, bueno, vos ya sabes que ella era media tímida y miedosa para situaciones nuevas —me cuenta tomando los globos que le voy pasando. Yo asiento, interesado en todo lo que tenga que ver con Candela. —Y ese día a la mañana me dice "ma, no quiero ir, ni los libros tengo todavía", entonces cuando vuelve y me cuenta que se sentó con uno medio turrito —ambos reímos de la palabra que usó Cande para referise a mí— que le compartió su libro vino con una buena onda, era increíble verla así porque ella se hacía mucho la cabeza con que era un gasto para su papá y por eso andaba de mal humor, como que era su máscara.

Todo lo que me cuenta me lleva al primer día de clases, no sabía que para ella había sido tan importante que le haya hablado y pasado el libro.

—Y ahí fue que empezó la odisea —me mira de reojo cortando un pedazo de cinta con sus dientes— de que cada vez que venía de la secundaria me contaba alguna cosa que había hecho con vos, era imposible callarla porque me lo contaba tan emocionada que un poco más la quería mandar todos los días a tu casa para verla con ese brillo que tenía cuando volvía.

—Qué lindo lo que me contas, Ro —le digo siguiendo atentamente cada movimiento que hace para decorar las paredes. —No sabía que era tan así todo —me río medio desanimado.

—¿Esto está bien ahí, no? —pregunta colgando la lluvia junto a los números de helio. Asiento dándole la aprobación. —Bueno, pasa que los chicos a veces no se dan cuenta de las cosas —se ríe. —Pero vos a Cande me la cambiaste de pies a cabeza, ella era otra totalmente diferente a la chica odiada con la vida que iba con sus auriculares a todos lados. Yo una vez le di las gracias a Mariela por haberte criado como la persona que sos, solo me faltó agradecerte a vos por haberla cuidado tanto durante toda su adolescencia, independientemente de lo que haya pasado después.

Y ahí está otra vez la sombra de la decisión más estúpida que tomé en mi vida, no hay manera de que cada vez que me acuerde de mi realidad no tenga ganas de retroceder en el tiempo y no haberle hecho caso a mi viejo.

Lado a Lado | Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora