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Observo su rostro detenidamente, sus facciones están contraídas por su notable enojo. Está molesto, pero no puedo hacer nada al respecto. No puedo elegirlo a él, por más que me siga revolviendo el estómago su sola presencia.

Todo lo que me dice me confunde, ¿yo estoy viviendo con Lisandro lo que tenía que haber vivido con él? Pero, ¿y él? ¿él no está viviendo con Valentina lo que tenía que haber vivido conmigo?

Todo me lleva a la misma pregunta: si piensa todo esto,...

—¿Por qué la elegiste a ella? —pregunto pegandome a la pared para tener una vista completa de él.

Siempre le quise preguntar lo mismo, esa simple incógnita me llevó a dudar en un montón de aspectos de mi vida. Que no te elijan a vos que estuviste siempre durante su proceso, para elegir a una mina que recién conoció, te llena de inseguridades hasta de lo más mínimo.

Enzo me decía que yo era inocente en muchas cosas y por mucho tiempo creí que esa era la razón por la que no me eligió, por eso cambié tan drásticamente: porque si me hubiese animado a tener novio cuando él me pidió ser novios, jamás se hubiese ido a Mar del Tuyú soltero y no se hubiese metido con Valentina.

Pero así no fueron las cosas.

Enzo suspira, parece estar preparándose para darme una respuesta. Nunca pudimos hablar seriamente después de ese día que fue hace ya casi cuatro años, no me molesta esperar por saber la razón, así que le doy espacio.

—Fue por mi viejo —confiesa, logrando que lo mire confundida. ¿Su viejo? —O bueno, fue porque le di cabida a todo lo que me dijo.

Se aleja, dejando de tenerme bajo su agarre. Tengo miles de preguntas para hacerle, pero estoy shockeada por lo poco que ya dijo.

—Mi viejo pensaba que no iba a llegar a lo que soy hoy si seguía con vos. Me veía enamorado, que hacia las mil y una por vos, y ese día que me dijiste que no querías ser mi novia a mi se me cayó el mundo... —evita mirarme a los ojos, sé que es medio vergonzoso para decir este tipo de cosas. —Ese día cuando volví a mi casa me vio hecho mierda, me sentó para hablar y...

Se cohibe al replicar las palabras de su viejo, supongo que cree que me va a afectar. ¿Tan mal pensaba de mí Ricardo?

—¿Y qué?

—Me dijo que no eras lo que yo necesitaba, que si me iba a poner mal y desconcentrar cada vez que me pasaba algo con vos, iba por mal camino. Yo lo único que quería era llegar a primera, vos lo sabés, estuviste ahí durante todo ese tiempo. Y que me dijera eso justo cuando estaba re en una enojado porque me dabas vueltas, hizo que me entre la bala.

No sé ni qué pensar de todo lo que me está contando, todavía no me termina de cerrar.

—¿Y esto qué tiene que ver con que la eligieras a Valentina? —le pregunto consciente del riesgo de que la respuesta puede llegar a abrir la herida nuevamente.

—Nada, según él, a mi me iba a ayudar más una mina que no me moviera el piso, una más superficial que quisiera toda esa vida y se bancara todos los trapos, los viajes, los partidos, las ausencias —vuelve a mirarme y se acerca un poco. —Por eso me quedé con ella, porque fui un pelotudo que quería cumplir su sueño y no la pensó tanto. Que mi viejo que me bancó en todo me tirara que si seguía con vos existía la posibilidad de que no llegara a mi meta, me llevó a eso —finaliza esperando alguna respuesta mía.

Entonces, después de todo este tiempo, siento que al fin entiendo algo de todo lo que pasó aquella noche. Yo no era insuficiente, no era demasiado inocente, era mucho más de lo que Enzo podía lidiar.

No lo culpo, yo entiendo lo que significaba jugar en primera para él. Había jugado y entrenado toda su vida para eso, era injusto que no se le diera. ¿Pero realmente no se le iba a dar conmigo a su lado?

Lado a Lado | Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora