Escucho un grito de mi amiga y se me activan todos los sentidos. "Te dije que no le busques bardo, Enzo" y después a Paulo llamándolo. Necesito levantarme y ver que pasa, pero por más que intento el dolor me lo impide.
—Ah, la concha de la lora —me quejo cuando la aguja del suero me tira causandome dolor. —¡Oriana! —grito a lo que me da la voz.
Lo único que puedo hacer es toquetear el botón para subir y bajar la cama. Necesito saber qué hizo Enzo.
Mi amiga aparece abriendo la puerta, alterada. Al verme se lleva la mano a la boca, después de unos segundos reacciona y se acerca a mí para no dejar que me levante.
—Ay, amiga, la puta madre. ¿Qué pasó?
Me rindo al hecho de querer salir de la cama, claramente no puedo porque tengo el cuerpo hecho mierda. El dolor de cabeza se hace más intenso a cada movimiento.
—Vos decime qué pasó, ¿dónde está Enzo?
Duda de si contarme o no, pero para mi suerte la explicación entra por la puerta. Se me abren los ojos como platos al ver a Lisandro con un algodón en la nariz.
—¿Para qué lo querés a Enzo? Si se ve que ya estuvo acá con vos —me pregunta en un tono entre molesto y seco.
Lo miro incrédula, sin saber qué decir.
—¿Te pegó? —pregunto aunque es evidente que le hizo mierda la nariz. Es lo único que me sale hacer de los nervios.
Al verlo así lo primero que me pregunto es cómo terminó todo así. ¿Es mi culpa por haberle dado lugar a Enzo?
—Después hablan de eso. Ahora Candela está delicada, no necesita alterarse más —mi amiga lo mira muy seria y rodea la camilla para posicionarse a mi otro lado.
Lisandro se ríe sin muchas ganas, pero termina cediendo. Paulo entra por la puerta, me mira a mí antes de mirarla a Ori que le hace una seña con la cabeza para que se lo lleve.
—Vení, amigo —Paulo le pone las manos en los hombros a Lisandro para guiarlo hacia afuera. —Tenés que revisarte esa nariz.
Él resopla con una sonrisa de lado, pero se deja llevar. Una vez que salen y la puerta se cierra detrás de ellos me permito mirar a mi amiga.
—¿Cómo estás? —rompe el hielo en un tono suave, sentándose en una silla vacía que estaba a mi lado.
—No sé, es todo un quilombo, estoy harta de todo —me llevo una mano a la cara para refregarmela, al toque me duelen hasta los cachetes así que me rindo. Suspiro pesadamente y la miro, tampoco me aguanto evitar el tema. —No tenías derecho —me limito a decir, pero entiende de lo que hablo.
Ella asiente, tiene los ojos aguados. Siempre es más seria y fuerte que yo, es una novedad que se quiebre de ante mano.
—No, tenés razón, no me correspondía. La cagué, pero te juro que no lo hice de mala —se excusa rápidamente y le creo, jamás buscaría lastimarme de manera intencional. —Yo estuve ahí cuando te dejó, amiga, te vi hecha mierda y no quería que te vuelva a hacer algo así.
Supongo que Ori la vio antes que yo porque al final me terminó haciendo lo mismo. Sin embargo, no tenía ningún tipo de derecho a decidir por mí. Menos en un tema como el de Enzo cuando me pasé cuatro años pensando en él.
—Igual no tenías derecho —concluyo casi en un susurro llevando la vista hacia el techo.
No le vuelvo a mirar, me siento casi sin energías por todo lo que está pasando. Sin contar el dolor de cabeza tan horrible que casi no me deja moverme. La verdad que un plomo empezar los primeros meses del año chocada, pero bueno.
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Lado a Lado | Enzo Fernández
FanfictionCandela va al casamiento de Ori y Paulo sin esperar encontrarse con Enzo, el morocho por el que se moría de pendeja. Solo que ahora todo es diferente a cuando vivían en el barrio. Enzo Fernández • Licha Martínez © Prohibida la copia y/o adaptación d...