—Me imagino que la pasaste de diez con esta vista —me mira sin despegar la cabeza de la reposera.
Sobre nosotros hay un cielo estrellado increíble, ninguno de los últimos días se vio tan lindo. Con la brisa de la noche y el silencio del campo todo se intensifica, logrando que la sensación de paz sea aún mayor.
—Aunque no lo creas estuvo re despejado, parece que se escondían de mi las estrellas —me río sin despegar la vista del cielo. Me hipnotiza lo inmenso que se ve en comparación con nosotros.
—Ah, me estaban esperando a mí entonces —despego la vista del cielo para verlo a él que me guiña el ojo con una sonrisa en su boca.
—Dejá de tirarme palitos, falso morocho —lo cargo por las mechas rubias que hizo desaparecer. —¿Por qué te teñiste?
Su sonrisa se borra lentamente para volver a su seriedad habitual y observar la noche.
—Ya no me estaban gustando —se limita a responder.
Asiento en señal de comprensión y el silencio no tarda en envolvernos. Desde ayer a la tarde estamos juntos, hablamos de tantas cosas que de a ratos nos quedamos sin nada que decir. Lejos de molestarme, me tomo la libertad de divagar entre tantos pensamientos.
No me viene mal la compañía de Lisandro, después de todo fue una persona importante para mí y que estemos en buenos términos me alegra. Lo que no dejo de pensar por más que quiera y me distraiga es en Enzo, me da bronca que aún sin contacto y con tanta distancia entre nosotros se apodere de mi cabeza.
Se me viene a la mente la vez que lo llevé a la primera reunión familiar con mis abuelos, tías y primos. Estaba re vergonzoso de no saber bien qué hablar y apenas llegamos, como el cararrota que es, se puso a joder con todos. Se ganó a mi familia ni bien los conoció, más a mis primos que llevaron la pelota y me lo robaron varias horas. Todos lo re querían, después no hubo una sola reunión a la que faltó porque sino me reclamaban.
—¿De qué te reís? —Lisandro me habla, bajo de las nubes para mirarlo. Me observa expectante, ni me rescaté de que pensar en Enzo me hace sonreír.
—Nada, me acordé de una boludez —miento cruzando mis piernas a lo largo de la reposera en la que estoy acostada.
Hay un mini silencio en el que disocio hasta que vuelve a hablar.
—Che, Cande, ¿vos pensás quedarte a vivir acá para siempre? —me pregunta de la nada, acaparando toda mi atención. —En Argentina digo.
Siendo sincera, hasta que no me sacó el tema Licha, nunca me planteé cuánto más iba a durar mi estadía en Argentina. De hecho, ni siquiera sé si quiero volver a Londres. Tengo tantos recuerdos allá y, a la vez, siento que ya nada me pertenece en esa ciudad. Como si ya no fuese parte, como si mi historia allá ya terminó.
Muevo la cabeza lentamente hacia los lados, incapaz de encontrar una respuesta precisa.
—No tengo idea, por ahora no tengo a dónde más ir —lo miro a los ojos fugazmente, evitando mantenerme en su mirada para no transmitirle mis emociones.
—¿Qué pensás de Italia? —pregunta dando vuelta su cuerpo para quedar mirándome.
—Italia —repito arrugando la frente. —Roma es lindo, además ahí está Oriana. Sería lindo, no sé —me río sin saber qué más decir. —¿Por?
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Lado a Lado | Enzo Fernández
FanfictionCandela va al casamiento de Ori y Paulo sin esperar encontrarse con Enzo, el morocho por el que se moría de pendeja. Solo que ahora todo es diferente a cuando vivían en el barrio. Enzo Fernández • Licha Martínez © Prohibida la copia y/o adaptación d...