18. Despedidas

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Para llorar lindo pongan okupas o the 1 en loop <3






2020

—Entonces, en una situación totalmente hipotética, ¿si se lo llevan a Europa, ponele, estarías dispuesta a irte con él? —le pregunto un vez que cruzamos el portón.

Ella se ríe y asiente varias veces. —Si, Cande, pero te llevo conmigo en mi valija. No te dejo ni en pedo a vos.

Me muerdo el labio inferior y le hago montoncito entre risas. —Si, dale, más te vale. 

Se agarra de la panza, las dos estamos tentadas con todo desde que salimos de su casa. —Ay, me haces acordar a Enzo cuando haces ese gesto —me tira divertida y al toque se rescata, hace el amague de pedirme perdón pero le hago un gesto con la mano.

Hace varios meses que no sé de él ni quiero, ni tampoco quiero pensarlo. Un poco me borra la sonrisa que me lo mencione, pero sé que no fue intencional. A veces las dos mencionamos a Tomi y Enzo sin querer, como si todo siguiera igual y siguiéramos siendo un grupito de cuatro cuando la realidad es que no podemos pensarlos sin ponernos mal.

—Tranqui, no pasa nada —le sonrío y seguimos caminando hasta llegar a la puerta.

La miro mientras abre la puerta sin golpear previamente, me da un poco de vergüenza como se manda así nomás en la casa de Paulo. Yo casi ni quiero venir porque todo acá es tan diferente, ellos nos dan la confianza de sentirnos como en casa y posta que no puedo. La otra vez me estaba cagando de sed y si no fuera por Lisandro la hubiese quedado deshidratada porque me todos estaban en una y me daba vergüenza ir a la cocina a servirme. Él siempre es buena onda conmigo, Ori dice que le gusto pero no creo. Tipo tenemos onda, siempre que nos juntamos con el grupito estamos juntos, pero no avanza la cosa y él es bastante directo. Si le gustase ya hubiese activado, creo.

Una vez que entramos lo primero que se escucha es música a todo lo que da, hay luces de colores que apenas nos dejan reconocer a toda la gente que llena la sala y nuestros amigos no están muy a la vista. A lo lejos veo a Agos, una compañera del trabajo, me sonríe y me saluda con la mano. Le sonrío, no sabía que teníamos tantos amigos en común.

Ori se tapa una oreja y se acerca más a mi para que la escuche sobre la música.

—Vamos a la cocina, deben estar escabiando ahí.

Le grito un dale y tomo su mano para caminar hasta la cocina sin perderla en el camino. Efectivamente nos encontramos a Paulo, Cuti, Nahuel y Licha sentados en la mesada, haciendo rondita a la isla que está llena de escabio. Hay algunas minas también, pero ni mi amiga ni yo las conocemos. Uh, espero que ninguna esté con Paulo porque vuelan cabezas.

—Buenasss —saludo de manera general, Ori les da un beso uno a uno hasta quedarse junto a Paulo que la encierra entre sus piernas para abrazarla. Estos en cualquier momento oficializan, no tengo dudas.

Como me quedé mirándola, me sorprende cuando Lisandro baja de la mesada y se acerca a mí tomándome de la cintura para darme un beso en el cachete.

—Viniste —me sonríe. —Le había preguntado a Paulo y me dijo que no, me re chamuyó.

¿Le preguntó por mí?

—Si, es medio difícil decirle que no a Ori —me río. —Preguntaste por mí —le resalto eso, no me aguanté quedarme con el detalle solo para mí.

Arruga la frente. —Cualquiera, no sé de qué hablás.

—Sí, dale, hacete —le pincho el dedo en la costilla para hacerle cosquillas. Se escuda con las manos igual.

Lado a Lado | Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora