—Llegas tarde, Candela —me habla apenas me ve cruzando la cancha para acercarme a él. Está haciendo jueguitos con la pelota sobre la punta de su pie.
Enzo me mandó un mensaje para que venga a las seis de la mañana, desconfiguró toda la organización que tenía con mi camarógrafo así que ahora tengo que esperarlo una hora hasta que llegue. No sé si para qué le hice caso, ando mal del sueño y, al parecer, igual que él porque tiene una cara de dormido y la voz ronca.
—Llego temprano, más de lo que debería —una vez que estoy frente a él me cruzo de brazos sin saber qué hacer, para trabajar tengo que esperar al camarógrafo.
Estiro la mano para ver el reloj sobre mi muñeca, apenas pasaron cinco minutos. Parece a propósito.
—¿Ya te querés ir? —pregunta haciendo volar la pelota hacia arriba.
—Necesito que llegue el cámara para hacerte la nota —le explico, pero al ver su sonrisa me arrepiento. —Igual sí, ya me quiero ir. No me va trabajar con boludos.
Se ríe, agarrando la pelota para empezar de nuevo con los toques.
—¿Cuál hay que ahora soy un boludo? Ayer era todo lo contrario —lo dice por lo que pasó entre él y yo en mi habitación.
Lo veo ahí tan canchero como siempre pero algo se siente diferente, no sé si no tiene tanto ánimo o qué, pero se ve cabizbajo. La postura de sus hombros, esa sonrisa decaída, su mirada que me evita constantemente. Todo junto me indica que algo le pasa, sin embargo, no me animo a preguntar por la evidente distancia entre nosotros fuera de la cercanía física que tuvimos últimamente.
—Me evitas el tema —respondo seca. —Pero tranqui, que ya no voy a preguntar.
El simple hecho de mencionar algo respecto a eso lo desconcentra completamente, haciendo que la pelota se desvíe tocando el suelo. Me da cierta satisfacción que estoy por echarle en cara, pero me lo guardo porque lo veo mal y no quiero ponerlo peor, ya de por sí lo estuvieron matando hace unas semanas por su desempeño en la cancha. Pasa que el boludo tiene un drama y no lo trabaja ni intenta resolverlo, por eso se maquina la cabeza y se desconcentra.
O bueno, eso creo, porque hablo del total desconocimiento si tampoco sé tanto del nuevo Enzo.
—¿Qué te pasa? —pregunto después de volver a ver mi reloj. Vamos a estar un largo rato hasta que llegue mi compañero, mejor hablar que un silencio incómodo.
Enarca una ceja. —¿Con qué?
—No sé, con todo. Parece que andas en las nubes.
Se ríe picando la pelota. —¿Qué sos psicóloga, boluda?
Chasqueo la lengua, es un boludo.
—Fue, listo, no te hablo más —le hago un gesto con la mano y me encamino al costado de la cancha.
—Pará, Cande, te estaba jodiendo —viene detrás de mí, pero no le doy bola hasta que llego y me siento como india en el pasto.
—Te pregunté bien, fantasma —me encojo de hombros. Creo que mi reacción también es impulsada por cosas que siento con toda esta situación de Enzo y me vengo guardando.
—Sí, ya sé, mala mía —se sienta a mi lado con las piernas flexionadas y los brazos apoyados en las rodillas. Deja salir bastante aire antes de mirarme y sonreír. —Que linda sos enojada, no me dejas ni mirarte mal porque te quiero comer la boca.
Me muerdo el labio inferior. —Si me venís a chamuyar, seguí la flecha —deja salir una risa desganada y vuelve a mirar al frente. —¿O me vas a decir lo que te pasa?
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Lado a Lado | Enzo Fernández
FanfictionCandela va al casamiento de Ori y Paulo sin esperar encontrarse con Enzo, el morocho por el que se moría de pendeja. Solo que ahora todo es diferente a cuando vivían en el barrio. Enzo Fernández • Licha Martínez © Prohibida la copia y/o adaptación d...