—No entiendo cómo me vine a olvidar justo de esto —me quejo escondiendo el rostro entre mis manos. —Casi dos meses estuvimos lejos para que pueda organizar todo y lo más importante me vino a faltar —levanto la cara y la miro, ella solo me da leves caricias en el pelo y me escucha. —¡Decime algo, Ori! —le pido en un tono casi agudo.
Últimamente estoy histérica, irascible y sensible y todo lo malo que existe por culpa de los nervios. Sé que no haber podido estar con Enzo durante todo el proceso me afecta, si bien venía a verme cada vez que tenía un finde libre y hacíamos videollamadas todos los días, fue mucho tiempo lejos y me costó.
Intenté no llorar puntualmente por ese tema porque sabía que iba a terminar yendo a buscarlo a Manchester para reconfirmar que en todo este tiempo que estuvimos lejos no dudó de su amor por mí. Creo que enterré tan profundo ese miedo distrayendome con todos los preparativos y al final me volví impermeable, en algún momento intenté dejar de sentir para no dejarme llevar por mis miedos. Y ahora todo esto de olvidarme los votos me tiene a nada de desquiciarme.
Ori se pone en cuclillas frente a mí y apoya sus manos en mis piernas, dándome esa mirada calma que utilizó más de mil veces conmigo últimamente. Sin ella bancandome en todo la hubiera quedado el primer día.
—Amiga, tenés un día entero todavía, no pasa nada. Es re entendible que se te haya pasado, vos y yo sabemos lo estresante que fue todo, era obvio que algo se nos iba a escapar, pero es normal —me sonríe. —Es parte de lo que significa casarte, siempre tiene que faltar algo, pero —me suelta y se pone de pie— los votos no van a ser. Ahora vamos a intentar bajar un cambio y nos vamos a sentar acá para que abras tu corazón y escribas todo lo que me venis diciendo de Enzo desde que teníamos doce —entrecierra los ojos, acercando su silla para sentarse en la mesa conmigo. Saca una mano y empieza a enumerar. —Que te volvía loca, que la gorra que usaba le queda re linda, que te lo chaparias si te animaras, que querías que sea tu primera vez, que te rompía las pelotas que se acerque a la Rocío y...
—¡Listo, ya entendí! —la corto antes de morir de vergüenza.
Escuchar lo último me roba una sonrisa, sé que tengo muchas cosas para decirle a Enzo pero me pone nerviosa el poco tiempo que tenemos. Es como si me robara la inspiración.
También me reconforta tener la voz de la razón a mi lado, que es gracioso que ella tome el papel que tomé yo cuando se iba a casar con Paulo. Las veces que la escuché llorar por lo más mínimo durante la organización de su día.
Creo que ella me está escuchando hace alrededor de una hora quejarme por haberme olvidado de los votos.
—Igual soy una boluda, era lo más básico —me sorbo la nariz intentando secarme las lágrimas. —Pero gracias, sabés que sin vos ya la hubiera quedado —le sonrío.
Ella asiente con los ojos llorosos.
—Cortala, encima que estoy maricona —se ríe. —Igual si me pongo más maricona te diría que me hace feliz estar con vos en todo esto, es re flashero que tres años atrás vos me estabas ayudando a organizar el mío y encima nuestra única preocupación era dejar fuera de la lista a Enzo para que no lo veas —hace montoncito. —Y ahora te vas a casar con él, boluda.
Pego una carcajada al escucharla, me había olvidado de eso y al final por no no poder bajarlo nos terminamos reencontrando.
—Qué hijas de puta, ¡mirá si no iba! Capaz que ni nos estábamos casando ahora —las dos nos miramos y parece que entendemos lo mismo.
—¡O te estarías casando con Licha! —se ríe. —De la que te salvaste al final.
Me muerdo el labio inferior entre risas. Ella bosteza reprimiendo una sonrisa.
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Lado a Lado | Enzo Fernández
FanfictionCandela va al casamiento de Ori y Paulo sin esperar encontrarse con Enzo, el morocho por el que se moría de pendeja. Solo que ahora todo es diferente a cuando vivían en el barrio. Enzo Fernández • Licha Martínez © Prohibida la copia y/o adaptación d...