Lado a Lado | Enzo Fernández

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Matías jefe

Joya cande , necesito que mañana cubras el partido del chelsea

mas que nada cuando termine el partido. fijate si podes acercarte a enzo 😉

Candela

Disculpame, Matías, pero no sé si viste que hubo un problema mediático con Enzo. No puedo hacerle ningún comentario como el que insinuas porque sé por donde va la cosa, pero no tengo problema en hacerle una nota profesional.

Matías jefe

Vamos cande ! sabes que le viene bien al programa, además estás de un hilo si desde que cubriste el evento no venís dándome mucho contenido y sabes que es tu trabajo .

Tampoco quiero ponerme ortiva con vos , solo tratá de entrevistarlo a él

Anoche decidí no responderle más, solo voy a cumplir con mi trabajo y fue, tampoco quiero que me despidan justo ahora que estoy en la nada. Pego un suspiro largo y dejo el celular en la mesita de luz, sabía que mi jefe era fan de las oportunidades para rascar rating para el programa, pero que me tenga que meter a mí ahí no me gusta para nada. Nunca fui del tipo de periodista que es vinculada a los jugadores por miraditas o contacto personal, entonces que mi jefe me quiera para eso ahora me tira para abajo. Claramente las cosas se me dieron para el orto últimamente, a nivel personal, público y en mi carrera.

Toda la noche estuve en velo, intentando dormir sin poder lograrlo. Pienso en Enzo y me quiero matar, dormí con él después de todo lo que pasó y no me sienta mal por el hecho de haber estado junto a él, sino porque me permití acercarme a pesar de que me dijo que en cualquier momento le propone matrimonio. Soy una boluda consciente.

Por el ventanal de la habitación entran rayos de luz adornando varios rincones, incluso su rostro. Justo cuando lo veo se mueve un poco y parece despertarse, arruga su frente y se tapa la cara con el brazo para evitar la luz directa.

Estira su otra mano hasta mi lado de la cama para comprobar que sigue ocupado, cuando llega a tocarme se destapa la cara y abre un ojo para sonreírme.

—¿Cómo est...?

De la nada se empiezan a escuchar golpes en la puerta, como si alguien le estuviera dando manotazos con bronca.

Lo miro cagada hasta las patas.

—¿Alguien sabe que estás acá? —pregunto en un susurro, levantándome de la cama al igual que él.

Niega con la cabeza y se pone la remera rapidísimo.

—No, si nadie sabe que tengo esta casa —niega con su voz grave, no es algo para resaltar ahora pero tiene una voz de dormido que me gusta. Mete los pies en las pantuflas y se va para abrir la puerta de la habitación. —Quedate acá, voy a ver quién es.

—¡No! —elevo de más el tono y sola me termino tapando la boca. Me mira con la mano en el picaporte, tiene una cara de dormido y el flequillo que se había hecho hace poco está todo despeinado. —Voy con vos, por las dudas.

Chasquea la lengua. —Ni ahí, te quedás acá -me responde saliendo y cerrando la puerta detrás de él.

Los golpes no cesan, si bien se escuchan a lo lejos, son fuertísimos. Me pongo un short de él y salgo haciendo puntitas para ver qué onda, no puedo dejarlo solo por si hay un loquito fanático.