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Maratón 1/3 ♡

Me toma con fuerza y me tumba sobre la cama, dejándome boca abajo para subirse sobre mi. Antes de adentrarse en mi, me da un golpe que me hace gritar.

Inserta su miembro en mi interior paea después pegarse a mí y penetrarme con todo menos suavidad.

—Mmh... pegame —le pido entre gemidos.

Enrolla mi cabello en su mano para estirar levemente mi cabeza y tener una vista de mi rostro rojo, mete el dedo índice y el mayor en mi boca para abrirla.

—¿Qué querés? —me escupe en la boca y atino a sonreír, sacando la lengua. —Enferma de mierda, como me encantas :se ríe antes de pegarme una cachetada y aumentar la velocidad.

—Mmmh... Enzo —gimo su nombre mientras hago movimiento circulares en mi clitoris. —Seguí, seguí, seguí... más fuerte —pido desesperada.

Pero él para en seco y ya sé lo que se viene.

—Yo decido acá, ¿todavía no entendés? —me da otro golpe en el culo.

Lo miro sobre mi hombro suplicante y me río negando con la cabeza. Sé que eso lo enferma y le hace tomarme con más fuerza. Se muerde el labio inferior conteniendo una risa y aprisiona mi cara contra el colchón, apretando con fuerza apenas dejandome respirar.

Me muerde el hombro mientras me da más rápido y fuerte, lo combino buscando mi placer y estirando mi mano para apretar su muslo contra mí.

No me tiene piedad, me da con todo y no tardo mucho más en llegar al orgasmo. Antes de que él llegue, le doy un empujoncito y me doy vuelta.

Entiende que es para que acabe afuera del forro.

—Poné las tetas —me ordena masturbándose para terminar.

En esta no le hago caso y me arrodillo frente a él, sacando la lengua y mirándolo a los ojos.

—Como te gusta, eh —no tarda en eyacular en mi lengua, mirando hacia el techo y volviendo la vista a mí.Me agarra de los cachetes con una mano y me hace meter la lengua. —Tragá, dale, si te encanta, enfermita —una vez que trago, sin dejar de mirarlo, sonríe y me pega un golpe suave en el cachete.

Ahora sí me permito tirarme en la cama, cansada de estar todo el día así. Nos vinimos a tirar a dormir una siesta supuestamente y al final no pegamos un ojo en toda la tarde. Las ganas que contuvimos estos años se materializaron en estos últimos días.

—Estoy muerta, creo que por hoy ya no doy más —digo con los ojos cerrados, intentando recuperar energías.

—Menos aguante tenés, maricona —se ríe mientras se pone la ropa interior y una remera.

—Es tu culpa, taradito —agarro la almohada y me tapo la cara, no sé si tendré algún problemita, pero hacer eso me tranquiliza.

—Da, vestite que si te quedás desnuda en la cama estoy para arrancar de nuevo —me amenaza tirándome una remera. —Además tenemos que volver a mi casa, tengo que firmar unos papeles.

Suspiro y me levanto obligada para vestirme. Me pongo la remera del Chelsea, ropa interior y una jean. Cuando lleguemos a la otra casa me voy a pegar un baño de burbujas, debo tener todos los músculos tensos.

—Te queda pintada mi camiseta —se muerde el labio inferior mirándome.

—Sí, ¿no? Lástima que no es mía —respondo irónica. Creo que es la sensación de borrachera post cogida que me envalentona, podría largar varias cosas acá.

—Porque no quisiste —levanta ambas cejas y chasquea la lengua al salir de la habitación. —Voy a prender el auto, te espero afuera.

Lo que acaba de decir lo sentí como que me pasó factura de la misma forma en la que yo lo vengo haciendo cada vez que puedo.

Lado a Lado | Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora