Mi cabeza daba vueltas como nunca, dolía en cada movimiento cuando intentaba incorporarme. Mis oídos parecían a punto de explotar, y el pecho me ardía como si estuviera a punto de sufrir un paro cardíaco. Moví mis piernas intentando comprobar que era capaz de caminar, luego me enderecé aún sentado sobre el concreto del piso.
Observé el lugar, no me parecía conocido. Tampoco recordaba qué estaba haciendo allí, si hacía unas horas me encontraba en casa junto a Eun y Hyun. ¿Dónde estaban ellos? ¿Por qué no estaban conmigo? Poco a poco logré pararme, pese a que no tenía el suficiente equilibro como para permanecer quieto por mucho tiempo. Tomé mi cabeza entre mis manos, y recién allí noté la sangre que yacía en ellas y esparcida en el piso.
No supe cuál era la causa de eso, o por qué dolía tanto hasta que tropecé con un cuerpo y caí de espaldas al suelo. Mi carne volvió a arder ante el contacto, sentí asco e incluso vomité sobre mi mano derecha al ver la cantidad de monstruos tendidos sobre el concreto. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué aquel lugar estaba lleno de cuerpos y yo me encontraba solo? Hacía unas horas, quise suponer, porque tampoco era consiente del día en el que estaba, había ocurrido una masacre de monstruos.
—¿Eun? —llamé, sintiendo que mis cuerdas vocales podrían dejar de funcionar en cualquier momento, pero volví a intentarlo. Necesitaba saber qué sucedía —. ¿Hyun?
Contuve el aliento por varios minutos, en ninguno de ellos hubo respuesta. Los nervios se hicieron conmigo, se aferraron a cada músculo hasta lograr que se tensionáran. La cabeza comenzó a dolerme otra vez, sin embargo, no dudé en pararme y caminar lejos de la sangre. Mi cuerpo olía asqueroso, sudor, mugre e incluso a sangre seca. Mis propias piernas eran incapaces de caminar como normalmente lo harían, temblaban con cada paso dado, pero no vi nada más que eso en mí.
No pude evitar admirar la extraña figura de un monstruo que se seguía meciendo lentamente, y a su lado, yacía un arco con flechas. Parecía un verdadero zombi, como de esos que se veían en las películas de apocalipsis, con su piel verde tirando a marrón, olor a podrido y sin grandes partes de su carne. Al mismo solo le quedaba el tórax, con su cabeza pegada de pura suerte al cuerpo. Comprobé que sus piernas y brazos (por no decir que eran pedazos) yacían uno más lejos que el otro.
De esa manera aquella cosa carecía de la suficiente fuerza como para intentar matarme o pararse por sí sola, así que aproveché ese instante para acortar la distancia entre él y yo, y tomando una de las flechas de su arco, se la enterré en el cuello.
La sangre le había dejado de circular hacía bastante tiempo, cosa que me servía para poder terminar de cortar cada extremo de piel putrefacta en su cuello. Extrañamente, la flecha tenía demasiado filo, tanto así que era capaz de atravesar la piel gruesa de algún animal u humano muy protegido. De todas formas, una vez acabé con lo que le quedaba de vida (un último empujón no sentaba mal), tomé el arco y la funda llena de flechas e inicié mi camino fuera del galpón.
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El Rey de los Monstruos
FanfictionSe encontraron por error, quizás. Se hablaron, por obligación. Se hicieron cercanos por compromiso. Se fueron acercando más de lo que podían. Se hicieron grandes amigos. Y ellos sabían lo que querían, y también lo que no podían tener. Su error...