Capítulo 11: una sombra del pasado

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Cuando lo oí otra vez sentí que el mundo se caía encima de mí y me asfixiaba

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Cuando lo oí otra vez sentí que el mundo se caía encima de mí y me asfixiaba. Después de cinco años, sentirlo allí, dentro mío, fue horrible. Quise morir. Él estaba de vuelta, él estaba en mí. En mi mente, y volvería a atormentarme lentamente. Como antes. ¿Por qué había vuelto?, me pregunté. Había pasado demasiado tiempo sin él como para acostumbrarme a su no presencia. Pero ahora estaba ahí, volvía a mirarme un rostro tan igual, pero a la vez diferente al mío que daba miedo.
Él se había ido, o eso creí. Nunca se fue.

—Cha Hyun, tanto tiempo —dijo, logrando que dejara de respirar. Temí decir algo, que se volviera real. Pero ya era real.

Monstruo.

Esa cosa sonrió, casi de una forma irónica. Y de alguna manera, no se parecía al monstruo de hacía cinco años.

Llamarme así es un poco... despectivo. Ponme un nombre, y que sea uno lindo. Será lo mejor si me quedaré contigo a partir de hoy.

—¿Por qué es que…?

—Ponme un nombre y responderé todo.

Tuve que pensarlo, a pesar de lo irreal de la situación. Había temido por cinco años que él volviera a mí, había temido muchas cosas desde que estaba solo. Pero por un momento recordé a Hyuk y su monstruo, y pensé que él había podido afrontar todo solo. Entonces se me vino una idea a la mente, tan clara y fresca como el agua. Y dije, después de unos momentos en silencio:

Argus... Ese será tu nombre.

El monstruo frunció el ceño, casi que con ira, sin embargo, no objetó nada y se centró en caminar a mi alrededor. La oscuridad de aquel sitio era casi perturbadora. Y la conocía, de alguna forma.

—Al menos suena mejor que monstruo.

—¿Por qué estás aquí?

Él dio unas cuentas vueltas a mi alrededor, admirándome. Quise vomitar. La bilis fue subiendo poco a poco por mi pecho hasta que sentí su asqueroso sabor en la garganta. Era como antes. Y eso solo significaba una cosa: había vuelto a ser un monstruo.

—Verás, pequeña cosa insignificante, los monstruos están regresando del infierno.

—¿Qué?

—¿Qué tanto crees que conoces a Hyuk?

Ahogué un grito. No sabía que los monstruos pudieran comunicarse entre ellos. Y pensé, porque era un loco enamorado, que él podría saber sobre el paradero de Hyuk. Quizá podía comunicarse con el monstruo de él, en alguna forma extraña.

Hubo una fugaz sensación de emoción en mí, incluso me olvidé de lo que significaba que él estuviera ahí. Pero cuando quise preguntarle, su rostro me quitó el aliento, dejándome claro que era imposible.

No puedo hacerlo —respondió, viendo sus manos de forma fugaz. Luego centró su atención en mí, con una sonrisa en sus labios —. Y ciertamente, tampoco quiero.

El Rey de los Monstruos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora