Capítulo 15: mitad monstruo

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—¿Qué piensan?

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—¿Qué piensan?

—Es una melodía muy hermosa.

—¡Y es muy alegre!

—¿De verdad? —ella se sonrojó un poco al vernos asentir con entusiasmo —. Me siento un poco avergonzada. Ha pasado un tiempo desde que escribí algo como lo que describen ustedes.

—¿¡Qué hay de vergonzoso en eso!? —preguntó el creyente, exaltado. Se le notaban las ganas de decirle a Jisu cada una de sus hermosas virtudes y defectos.

—No puedo creer que hayas logrado escribir una pieza tan hermosa en medio de todo esto —comenté yo, haciendo que una sonrisa se posara sobre mis labios —. Eres asombrosa, en serio.

—Bueno, necesitamos música más que nunca en momentos como estos.

—Es correcto, considero que en este momento es más necesaria la música que una oración —dijo Jayhun, poniendo su mano sobre el hombro de Jisu.

—Ya sabes, la música puede ayudarte a recordar cosas que a veces duelen, pero una vez que la sientes, todo cambia —respondió ella girándose un poco para ver al hombre a su lado con una sonrisa —. Te había dicho sobre un favor que necesitaba, ¿recuerdas?

—Oh, sí.

—Hyun, ¿podrías escribir la letra de esta canción? —inquirió ella, mirándome a los ojos, en ellos noté un brillo que era capaz de hacer que evitara negarme a cualquier cosa.

—Lo haré —respondí levantándome de la mesa para irme y dejarlos a ambos solos.

—Sé que lo harás —objetó ella tomando la mano de Jayhun —. Y cuando la termines, muéstranosla.

Me retiré de la sala con emoción en el pecho, feliz en una parte por lo bien que se veían ellos juntos, y, además, de que su ánimo no decayera a peor, sino que se contuvieran juntos. En realidad, me interesaba saber en qué momento se dieron cuenta de sus sentimientos y pudieron aceptarlos, o quizás todavía no tenían una etiqueta para sus sentimientos. Quizá solo querían experimentar y estar juntos, y si resultaba, al final terminarse por amar como era debido. El estómago se me revolvió de la emoción ante la idea. Ambos se merecían ser felices y mucho más.

Lo reflexioné mientras me iba hacia la habitación que había tomado como propia, pensando qué se sentiría estar con alguien a quien amases y si era correcto en un mundo como en el que nos encontrábamos. En un mundo así no había lugar para el amor, o por lo menos, para mí no había algo así. Cualquier cosa sagrada que pudiera poseer, se caería a pedazos por los monstruos. Si eras frágil te terminarían rompiendo, y en una vida como esta, lo mejor era evitar todo aquello.

Observé el celular perteneciente a Jisu entre mis manos callosas, la luz llegó a mis ojos y vi en la pantalla la fecha en la que nos encontrábamos. 25 de octubre. Si ese fuera mi teléfono, probablemente tendría el recordatorio de suicidio. De alguna forma, en estas pocas semanas siento que he renacido. Quizá para bien, quizá para mal, pero es mejor que antes. Todo es mejor, pese a que la situación no lo es.

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