Capítulo 2: Un poco más...

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El ardor del sol hizo un contraste contra asfalto y pequeñas canchas de campo del pueblo

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El ardor del sol hizo un contraste contra asfalto y pequeñas canchas de campo del pueblo. Las casas vecinas parecían muertas hasta el punto de parecer abandonadas. Wook rugió su auto y Jayhun lo acompañó sobre el suyo. Íbamos en distintos autos por la razón de que todos no entrábamos en uno solo. Nosotros tres con el creyente y Jisu, y los niños con sus respectivos padres.

Me removí incómodo sobre el asiento trasero del auto, con nervios azotando mi piel por la nueva dificultad a la que nos enfrentábamos y por ese algo que venía pensando desde hacía semanas. Aunque, respectivamente, eso no entraba en las cosas que debía priorizar por el momento.

El murmullo del monstruo hizo que volviese la vista hacia la ventana izquierda del auto, donde veía el paisaje que tanto me había gustado alejarse de mí. Nuestra casa, nuestros sueños, aquellos recuerdos que parecían tan alejados en el tiempo. Todo eso se alejaba delante de mis ojos y no lo podía detener, no podía tomarlo bajo mi manto y guardarlo para siempre.

Pero me dolía más ver que era una ilusión, algo pasajero y efímero, todo eso lo era. Mis ojos vieron pasar a un mutante, que, bajo sus instintos más primitivos, se comía a sí mismo, cacho por cacho, dejando sangre a su paso. Quise vomitar. Quise llorar y perderme una vez más en mis fantasías, en los fantasmas del pasado. Y dolió, dolió mucho pensar que todo se iba a ir tan rápido.

Dolió tanto que mi corazón se llenó de bronca y furia. Deseé acabar con todos ellos y, a su vez, deseé huir y ocultarme de todos.
¿Por qué todo debía empezar nuevamente de esa forma? Y, reflexionándolo, ¿qué diferencia habría con nuestra primera vez a esta segunda? ¿Qué cambiaría?

—¿Duele, no? Dejar tu hogar y todos tus recuerdos en manos del destino para huir.

—Sí, duele. Mucho.

—Ya sabes cómo me sentí yo.

—Lo siento...

—Fuiste egoísta, pero admito que lo merecía.

Eun enroscó su brazo contra el mío, ausando una fricción entre lo tibio de su cuerpo y el frío del mío. Dejó caer su cabeza sobre mi hombro derecho y cerró sus ojos en busca del sueño. No pude evitar recostar mi cabeza sobre la suya, intentando, de alguna forma, que se sintiera protegida.

Jisu dijo algo, Jayhun le respondió. Hyun soltaba leves ruidos que confirmaban que los oía, sin embargo, eso no era así. Lo sabía sin ni siquiera mirarlo, pues su manera perezosa de moverse contra el asiento, los leves suspiros que soltaba y la manera constante en la que el teclado de su teléfono sonaba, me lo decía sin palabras.

Pese a que conocía cada parte de él, desde la más oculta hasta la más visible, existía una barrera que nunca podría derribar. Y eso me molestaba, aunque, de cierta forma, yo tenía la mía propia para él. Nuestros secretos nos convertían de blancos fáciles de atacar, y lo que existía entre los dos parecía desmoronarse un poco cada vez que un nuevo secreto se unía a la lista.

El Rey de los Monstruos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora