3. Horas de Oficina

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La versatilidad de mi trabajo me fascinaba, como directora de marketing era la encargada de supervisar múltiples proyectos, diferentes objetos, marcas, modelos, encontrar la mejor campaña para cada uno me llenaba de energía. Siempre fui una mente creativa y perfeccionista.

El pasillo para llegar a mi oficina se encontraba en la esquina norte del edificio, atravesar todo mi piso era una de mis partes favoritas del día porque me recordaba lo mucho que me esforcé por llegar a este lugar, este piso era mi dominio y lo amaba.

Diana se acercó extendiendo una taza de café en mi dirección, había sido mi asistente desde que me uní al puesto y se volvió mi amiga y confidente.

- Buenos días Lizzy, te dejé en el escritorio la correspondencia de la mañana

- Gracias Diana ¿Qué tal tu cena? – la noche anterior tuvo una cita a ciegas con el nieto de su vecino, se había cambiado y preparado en los baños de la oficina antes de su salida la que fue una hora antes de su horario normal ya que me sobornó con contarme todo con lujo de detalles.

- Increíble, llevé a Mauricio al lugar que me recomendaste, fue muy romántico – el rubor en sus mejillas era de un rosa cálido y su sonrisa tímida me dio la confirmación que buscaba, el chico le gustaba.

- Me alegro de que les haya complacido el lugar – llegué hasta mi escritorio dejando la taza sobre la superficie oscura de vidrio. La montaña de pendientes me gritaba por atención, pero no podría pensar correctamente hasta después de mi dosis diaria de cafeína

- Se me olvidó preguntarte – Diana cerró la puerta, sonreí ya que siembra hacía eso cuando era algo personal o un chisme - ¿Cómo te fue en la fiesta de compromiso?

- ¡Ugh! – miré al techo dramáticamente – ya sabes como son esos eventos con mi familia, pero pude sobrevivir, creo que me estoy volviendo más hábil en esconder mis gestos.

- Ya mero es la boda, solo tienes que esperar a que pase para que todos vuelvan a sus vidas – siendo la única persona que conocía el trato con mi familia, nunca preguntaba más acerca del tema como las verdaderas razones detrás, sabía que si quisiera hablar de eso ya se lo habría contado.

- Eso espero, extraño mi tranquilidad – encendí mi computadora para iniciar el día, Diana permanecía quieta enfrente del escritorio con una sonrisa incómoda en su cara por lo que regresé mi atención a ella, preocupación iniciando a formarse en mi estómago - ¿Qué pasó?

- No sé cómo decirte esto – suspiró – se lo mucho que te molesta y no quiero que este día inicie con mala nota así que... - habló tan rápido que me costó trabajo entenderla 

- Diana respira y dime que esta pasando

- Hablo Erick Obregón – mi sonrisa se desvaneció – le dije que estabas ocupada como siempre, pero esta vez me dijo que si no encontraba un espacio en tu agenda para salir con él vendría personalmente a la empresa, dudo que lo haga... – rascó su cuello de forma nerviosa – pero si se atreve no hay forma de impedirle llegar hasta nuestro piso y nos arriesgamos a que haga una escena o diga cosas inapropiadas enfrente de todos.

Maldita suerte la mía, ese hombre me sacaba de mis casillas. Era un abogado soltero de 38 años de buen trabajo, buena familia, listo para comprometerse y formar una familia. Sabía todo esto gracias a mi madre quien ha estado tratando de juntarnos desde hace 2 meses, también me había dicho en múltiples ocasiones que mis óvulos estaban muriendo y debería encontrar una pareja decente, y él, era más que decente a sus ojos.

UN POCO MÁS QUE ORDINARIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora