21. Bajando del Paraíso

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El fin de semana fue tan intenso y romántico como un cuento de hadas, el efecto de ambos confesar nuestros sentimientos fue tan hipnótico y envolvente que ninguno tocó el teléfono durante esos dos días, sumergidos entre los brazos del otro, consumiéndonos y yo enfocándome a la tarea de convencer a Christopher sobre la sinceridad de mis palabras usando todos los medios posibles, me enfrentaba a un hombre desconfiado que batallaba para creer que era amado, pero me alegraba pensar que logré que aceptará la realidad.

No todo podía durar para siempre, y al final el paraíso tuvo que ponerse en pausa. Regresamos al mundo de los mortales donde los pendientes inconclusos del trabajo nos esperaban entre otros problemas que intentábamos ignorar.



Por primera vez me fue posible utilizar el pase de visitante de NOVA Technologies por razones puramente profesionales, ya que llegó el día de tener una junta de negocios que le daría seguimiento al manejo de "Tierra Cobalto".

Javier ya se encontraba esperándome enfrente de los elevadores, era sorprendente tomando en cuenta que no habían pasado ni cinco minutos de que le había enviado un mensaje a Christopher informándole de mi llegada.

- Buenos días, Lizzy – dijo con una sonrisa amable – te acompañaré a la oficina del Sr.
Cabrera, estarás más cómoda mientras esperas.

Atravesar los pasillos de esta empresa por segunda ocasión fue como un dejà-vu, parecía que la gente recordaba mi existencia con claridad ya que, al verme, como en la primera ocasión, todos dejaron de hacer su trabajo para levantar la vista y susurrar a mi paso. El sentimiento de incomodidad de la vez anterior ahora era inexistente, el saber que al final del pasillo me encontraría con Christopher hacía que lo demás perdiera su importancia.

Felicia me saludó con la mayor dulzura del mundo aun manteniendo su formalismo. Después de ofrecerme un café y guiarme a la oficina de su jefe me dejaron sola. La impresión de ver su oficina fue la misma de siempre solo que ahora podía ver más de él, pequeños detalles de su carácter que antes habían pasado desapercibidos, incluso era capaz de apreciar su aroma en el ambiente. Me acerqué a la ventana detrás de su escritorio, el cielo despejado me dio la bienvenida con nubes blancas y esponjosas. El piso veintiuno brindaba la altura perfecta para ver toda la ciudad, autos miniatura pasando lentamente en las calles y personas casi imposible de ver caminando por las delicadas banquetas.

El sonido de su laptop en el escritorio me regresó a la realidad, no me había dado cuenta de que me había perdido en mis pensamientos. Un libro al lado de su computadora llamó mi atención, con unos señaladores familiares saliendo de sus bordes. Una sonrisa complaciente se apoderó de mis labios mientras lo levantaba y hojeaba. Era mi libro. Lo había olvidado hace unas semanas en su departamento, le había mencionado en más de una ocasión que era uno de mis favoritos. ¿Lo estaba leyendo por mí? Poniéndole más atención note los nuevos señaladores los cuales me guiaban a notitas dentro de las páginas "Quinientos años tiene el hombre, es prácticamente un anciano" la crítica al personaje principal me hizo reír junto con otras notas "altas expectativas ¿eh?" "Necesitamos hablar más profundamente de esto" esas últimas iniciaron un calor en mi pecho que seguramente pintó mis mejillas de carmín, las escenas marcadas eran las más explicitas de toda la novela. El sonido de la puerta abriéndose me hizo sobresaltarme cerrando el libro de golpe como una niña siendo descubierta en medio de una travesura.

Christopher se encontraba recargado en el marco de la puerta con los brazos cruzados y una sonrisa de diversión.

- ¿Qué estás haciendo cielo?

- Nada... ¿Qué tal tu junta? –

- Demasiado larga – se acercó rodeando mi cintura con sus brazos como siempre lo hacía – aún no termino de leer ese libro, pero tenemos mucho de qué hablar. – era su forma de decir que no me dejaría cambiar de tema tan rápido, pero eso no significaba que no lo siguiera intentando.

- Pensé que tardarías más en venir

- No me gusta hacerte a esperar, no sabes cuántas veces me controlé de correr a todos para poder salir y verte. – sus labios encontraron los míos, la suavidad de su toque al principio fue una provocación la cual acepté. Separé mis labios dejando que su lengua iniciará una danza con la mía hasta que un sonido escapó de mi garganta. Sentí su sonrisa extenderse contra mi boca y después se separó interrumpiendo el beso. – Continuaría esto, pero en cualquier momento vendrá Javier para iniciar nuestra reunión profesional Srita. Zamora – su buen humor era tangible, tanto que sus ojos brillaban de forma tentadora.

- Tiene toda la razón Sr. Cabrera, es mejor que se controle ¿Qué pensarían sus trabajadores? – su risa era mi dosis de serotonina tan necesaria para vivir.

Como por invocación los toques de la puerta nos dieron la señal de tomar un poco más de espacio entre nosotros y la presencia de Javier se hizo presente en aquella inmensa oficina.

Nos trasladamos a la sala de juntas donde más gente ya se encontraba esperándonos, todo el equipo que se encargaría del proyecto de "Tierra Cobalto" estaba presente, las presentaciones fueron breves y concisas, todos llegamos a la misma conclusión, las proyecciones del nuevo negocio eran en extremo favorables y con un futuro sólido. La marca por si sola tenía la capacidad de hacer todo el trabajo, siendo muy sencillo poner al producto al alcance del público.


...



En estos últimos días Christopher y yo estábamos tan ocupados que nuestros encuentros eran cortos al igual que las llamadas, estas solían ser en la madrugada cuando él llegaba a su departamento. Lo extrañaba cada vez que daba vueltas en mi cama y la encontraba vacía, pero el cansancio ayudaba a sumergirme con facilidad en la inconciencia buscando en mis sueños lo que tanto anhelaba, su compañía.

Estaba a una respiración de quedarme dormida cuando el celular inicio a timbrar, me levanté con rapidez dando por hecho que al otro lado estaba aquel hombre que siempre invocaba en mis sueños, pero el nombre en la pantalla hizo que una acidez se elevara en mi estómago.

- Espero que sea importante, ¿Sabes qué hora es?

- Perdóname, pero ocupo un favor – el nerviosismo de mi hermano era obvio.

- Estas de broma ¿cierto?

- No, por favor, solo escúchame ¿sí? – no conteste, pero tampoco termine la llamada lo cual él lo tomó como una señal para seguir hablando – Saldré unos días de la ciudad, tengo que ir a la capital a arreglar unos asuntos, solo necesito que entregues un sobre que te dejaré. Irán por el a tu casa no tendrás que moverte ni nada por el estilo ¿Podrías?

- ¿Por qué yo? ¿Por qué no dejárselo a mamá? ¿O a tu esposa?

- No confió en mamá para estas cosas sabes que puede perder todo – No se me pasó por alto que ignoró la mención de Hilary.

Sonaba a un favor muy sencillo, ¿Debería decirle que no? Con solo pensar en negarme un sentimiento de culpa se acomodó en el fondo de mi estómago, maldición.

- Bien

- Excelente, Muchas gracias. Te lo pasaré a dejar mañana antes de irme. – la llamada se cortó.

Como lo prometió el favor fue demasiado sencillo, me dejó un sobre manila sellado muy temprano por la mañana, ni siquiera entró al edificio. Dijo que eran papeles importantes y que un señor llamado Martin pasaría a recogerlos en la noche cuando haya regresado de mi trabajo, y así fue, un hombre en traje tocó mi puerta y sin intercambiar palabras más que "Buenos noches y Gracias" se fue igual de rápido a cómo llegó, con el sobre en la mano.

UN POCO MÁS QUE ORDINARIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora