4. La boda

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El día de la boda llegó en un parpadeo. La recepción pasó sin eventualidades, todo fue hermoso, mágico, muchas personas serias y formales formaban parte de los invitados, no hubo lágrimas, pero si conversaciones de negocios y tratos cerrados con un estrechamiento de manos y golpes amistosos en la espalda.

Definitivamente las bodas eran un buen lugar para reunir a socios y hablar de planes futuros, el padre de Hilary era un hombre inteligente después de todo.

Esta vez sí llegué temprano al compromiso, por la mañana me habían llamado como 5 veces confirmando que ya estaba despierta y sin contratiempos. Ahora me encontraba en medio de un salón lleno de desconocidos esperando a que nos guiaran a las mesas designadas y poder comenzar con el banquete. El lugar era impresionante, no podía criticar a Hilary por su buen gusto ya que todo brillaba como si fuera oro y tal vez lo era. Elegancia y dinero presentes en cada pequeño detalle.

Cansándome de sonreír y de estar parada me excuse y dirigí al baño buscando un poco de descanso, necesitaba tiempo a solas. El universo se encontraba de mi lado, ya que había sillones dentro en los que obviamente me senté dejando salir un suspiro de alivio, amaba usar tacones, pero ya había pasado algún tiempo desde que use unos tan altos, eso no me detuvo cuando los vi en la tienda, me enamore y supe instantáneamente que eran perfectos para el vestido.

Después de unos minutos, acepté que debía de regresar no podía seguir escondiéndome, me levanté caminando hacía el espejo de cuerpo completo colocado en la pared contraria, la abertura del vestido llegaba hasta la mitad de mi muslo dándome libertad de movimiento y me creaba una silueta estupenda. El color negro siempre había sido mi favorito y seguramente me lo hubieran vetado si no fuera por los miles y minúsculos brillantes que daban la ilusión de ser casi plateado al reflejar la luz.

Sonreí al verme al espejo, hoy me sentía bien conmigo misma, sabía que estaría bien y podría sobrevivir unas horas más. Después de la charla motivacional salí para continuar con la noche.

Estaba tan metida en mis pensamientos que cuando salí choqué de frente con algo firme, el impulso hizo que diera un paso hacia atrás y me tropezará con mis propios tacones perdiendo el equilibrio, cerré los ojos preparándome para la caída, pero unas fuertes manos me tomaron por los brazos deteniendo la inevitable crisis.

Tragando una mala palabra y cuando recuperé el aliento abrí los ojos para ver quien me había rescatado de una penosa situación.

- Discúlpeme no estaba poniendo atención – dije con una risa nerviosa – ¿se encuentra b...? – al subir la mirada y ver su rostro las palabras desaparecieron de mi mente y pude sentir la sangre llegando a mi rostro coloreando mis mejillas, ¿Qué diablos estaba haciendo aquí? No había pensado en este hombre desde aquella vez, ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Tres semanas? – tu... eres el de ... ¿porque...? – mi cerebro aún no estaba listo para funcionar aparentemente, tenerlo en frente no dejaba más espacio en mi capacidad mental que estudiarlo, el traje que tenía ceñía a la perfección todo su cuerpo marcando sus hombros, ¿Siempre fue así de alto? Mis ojos recorrieron su cuerpo siendo su mano lo que despejo mi mente – ¡tu mano! ¿Cómo esta? se ve mucho mejor...– aproveché que las palabras volvieron para por fin preguntarle lo más importante – ¿Qué estás haciendo aquí?

- Vine a la boda – se encogió de hombros

- ¿Conoces a los novios? – la sorpresa se escuchó en mi voz, el mundo era un lugar pequeño.

- No, no tengo el gusto. – espere a que continuara, pero no lo hizo, solo me miraba fijamente

- ¿Vienes de acompañante entonces? – eso causó una media sonrisa en su perfecto rostro

UN POCO MÁS QUE ORDINARIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora