2. Fiesta de Compromiso

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- ¡Lizzy! Espero que esto no se haga costumbre, llegas una hora y media tarde – me reclamó mi madre al mismo tiempo que desaprobaba con su mirada mi aspecto, que aunque usará ropa de marca nada en mi le satisfacía – debiste de arreglar mejor ese cabello que pena que vas a conocer de esta forma a los papás de Hilary – lamió sus dedos e hizo ademan de acercarse para peinarme, me quité de su camino con rapidez – son personas importantes, debemos de dar una buena impresión.

- ¿Pero qué tengo yo que ver con eso? No se va a casar conmigo, gracias a los cielos – Hilary era la prometida de mi hermano mayor, se conocieron en una reunión de trabajo de su padre, el señor Arturo Merckel quien pertenecía a una familia adinerada con buenos contactos y "coincidentemente" era el jefe de mi querido hermano. Ahí la razón por la que mi madre quería con toda su alma dar una impresión impecable.

- Que niña mas grosera, mejor ve adentro y saluda – sacudió pelusa inexistente de mi vestido – por el amor de dios, compórtate y sonríe – le ofrecí mi mejor sonrisa falsa la cual he venido practicando desde hace ya varios años, pareció convencerle ya que me empujó al comedor donde se encontraban todos los demás invitados buscando sus lugares asignados, no comprendía bien porque se molestaron en poner nombres en los asientos, éramos solo 8 personas.

- Lizzy! Por fin has llegado. Te ves... - la voz de Hilary siempre me ponía en alerta, más porque nunca podrías imaginar lo que diría, recorrió mi cuerpo con su mirada - encantadora, tu asiento esta al lado del de Diego – después de eso perdió su interés en mí, por lo que estaba agradecida.

La noche transcurrió como ya me lo esperaba, las horas se sintieron interminables y la mayoría de las conversaciones estaban dirigidas al trabajo del Sr. Merckel, así que mi participación no era necesaria. Casi al final de la comida iniciaron a discutir los últimos detalles de la boda que sería un evento más social que familiar, asistirían más asociados de negocios y amigos del padre que familiares, por ser más frutífero. El evento del año ya se encontraba anunciado en los titulares de las revistas sociales y para mi madre era un logro de vida.

- Les tengo una noticia increíble – interrumpió la conversación el Sr. Merckel con una sonrisa gigante en su rostro, terminando de leer algo en su celular, ensanchando su pecho y lleno de orgullo continuó – Justo acabo de recibir un correo de mi jefe y amigo personal Christopher Cabrera confirmando su asistencia a la recepción, es la primera vez que acudiría a un evento de este tipo, definitivamente es porque me aprecia mucho siempre hemos sido muy cercanos, puede que en un futuro cercano venga un aumento a nuestra puerta. – miro a su esposa con seriedad – encárgate de que todo este perfecto en la boda, lo mejor de lo mejor.

- ¡NO PUEDE SER! – me sobresalté en mi asiento a causa del agudo grito de mi futura cuñada – no puedo creer que el Sr. Cabrera asistirá a mi boda, deberíamos de cambiar los platos... ¿Creen que los adornos sean muy básicos para él?, Tenemos que conseguir una estatua de hielo y ...- era el momento para bloquear las voces y disociarme, mi batería social se había agotado. "Solo 2 semanas más" me repetía a mí misma o eso era lo que esperaba.

La conversación fue movida a la sala de estar, me quedé a propósito sentada en el comedor disfrutando un poco el silencio que se creó. Solía preguntarme como es que terminé cediendo, volver a la dinámica familiar que no extrañaba del todo, en la cual siempre me hacia sentir extraña y fuera de lugar, donde tenía que fingir mis emociones y controlar mis acciones y lo que decía, suspiré, extrañaba mucho mi departamento silencioso.

Me levanté sin ganas del comedor, si me quedaba mas tiempo mi madre vendría a buscarme y en definitiva no me convenía que llegase a eso, así que por voluntad propia me dirigí hacia donde las risas rebotaban.

- Lizzy, eres Lizzy ¿cierto? – No hubiera pensado que el señor Merckel me hablaría primero, aunque una de las tareas impuestas por mi madre era presentarme con él.

- Así es, es un gusto por fin conocerlo señor ¿Cómo se encuentra? – mi sonrisa podría pasar por un concurso y ganaría.

- Excelente muchacha, excelente, me dice mi futuro yerno que eres muy importante en tu trabajo, una chica inteligente, una rara visión que orgullo.

- Muchas gracias señor, mi equipo se compone de raras visiones.

- Sabes que trabajo en tecnologías NOVA – continúo ignorando mi comentario – siempre le damos oportunidad a nuevas personas de invertir, podría ayudarte si gustas, te aseguro que tendrás millones en unos meses y como la empresa va en ascenso las ganancias son garantizadas. Todo es de bajo riesgo y ...-

- Le agradezco la oportunidad, pero no creo ser la persona adecuada –

- ¡Vamos chica!, no te vas a arrepentir, es más, Diego y tu madre ya invirtieron tendrán su dinero duplicado al final del año – aquello me preocupó, aunque no me sorprendía, Diego manejaba el dinero de nuestra mamá desde hace años – un hombre inteligente sabe que cuidaré bien de su patrimonio.

¿Inteligente? No lo describiría de esa manera, pero Diego siempre fue ambicioso buscaba la forma rápida y sencilla de hacerse más rico muchos de sus intentos fracasaron incluso antes de despegar, era difícil confiar en sus decisiones después de todo aquello.

- Muchas gracias por la oferta Sr. Merckel, pero temo que me quedaré fuera.

- Lástima, lastima – negó con la cabeza con falsa decepción – si cambias de opinión puedes llamarme con toda confianza, seremos familia después de todo. – mi estómago se revolvió por un mal presentimiento, pero nunca quité mi sonrisa del rostro. Me disculpé lo más educadamente posible dirigiéndome hacia donde se encontraba mi madre hablando con la señora Merckel.

- Te lo aseguro Azucena, esta boda nos traerá puras cosas buenas a ambas familias ya ves toda la gente que esta solicitando acudir a la boda- me aclaré la garganta al llegar a su lado llamando la atención de ambas mujeres. Azucena era una señora muy delgada, con rasgos cansados. No la había visto sonreír en todo el día

- Lamento interrumpir

- ¿Qué necesitas Lizzy? – mi madre estiró su mano sacudiendo la falda de mi vestido quitando pelusa inexistente.

- Vengo a despedirme, tengo un compromiso en una hora – metí con mi sonrisa más inocente.

- Ves a lo que me refiero Azucena, siempre pone primero su trabajo o sus amigos como si la familia no importará. Una mujer no debería de ser así ¿Qué pensarían los hombres honrados? ¿Cómo es que ella será una mujer de casa si ni a su familia atiende? – respire profundo, no era momento de pelear no quería extender mi estadía más de lo puramente necesario, además esto era algo esperado de mi señora madre.

- Las mujeres de ahora no saben comportarse – concordó la señora viéndome con desprecio en sus facciones – excepto mi Hilary.

- ¡Hilary es un sol! Desde que la conocí lo supe – la risa falsa de mi mamá sonó más fuerte de lo necesario – como sea, no se te ocurra llegar tarde el día de la boda y no uses nada llamativo es el día especial de tu cuñada – asentí obedientemente dando un paso hacia la salida.

- Lo tendré en cuenta – al cruzar la puerta saludé a mi libertad con un respiro profundo, el tiempo había pasado dolorosamente lento. 

La historia con mi familia era complicada y confusa, pero mi niña interior quería darles un intento más de mantenerlos presentes en mi vida, poder decir que formaba parte de una familia. 

UN POCO MÁS QUE ORDINARIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora