No llamó.
El fin de semana trascurrió lentamente llegando a su fin y mi celular nunca sonó, odiaba el hecho de buscar su nombre en la pantalla, de sentir la decepción siempre que aparecían mensajes de otras personas, odiaba que me sentía como una adolescente que busca la atención de su crush. ¿No había dicho hace unos días "te hablaré mañana"? lo había tomado como una promesa cuando probablemente solo fue un comentario sin importancia. Suspiré profundamente obligándome a regresar al presente.
"Somos adultos Elizabeth, concéntrate y no actúes como una niña, seguramente esta ocupado al igual que tu". Volví a llenar mis pulmones de aire y lo solté lentamente. Era hora de trabajar.
Las puertas del elevador se abrieron y una tormenta de puro caos me dio la bienvenida. Todos los empleados parecían haberse vuelto locos, moviéndose rápidamente por el lugar con papeles en manos, arreglando, limpiando y gritando cosas como "mueve eso de lugar, se ve mal". "Arréglate la corbata". Todo esto era tan fuera de lo común que dude por un momento que fuese el piso correcto.
Al atravesar lo que parecía una zona de guerra no recibí ningún tipo de atención o saludo lo cual era incluso más extraño. Pareciese que nadie tenía el tiempo suficiente para levantar la vista o distraerse, llegué al lado de Diana, la cual se encontraba parada enfrente de su escritorio observando a las personas con una mezcla de confusión y de diversión fácilmente reconocibles en su rostro.
- Por favor – susurró - dime que sabes que está sucediendo – fue como una súplica, me extendió la correspondencia del día sin mirarme, parecía que no quería perderse nada que le pudiera dar una pista.
- No he recibido ningún tipo de información, pensé que tu sabrías – le di una media sonrisa, ella era la que siempre sabía todo lo que sucedía en el edificio, y ahora que se encontraba a oscuras, no le gustaba para nada. Asintió tomando una decisión silenciosa.
- Bien, dame 5 minutos – con una mirada decidida camino hacia uno de los asistentes que estaba dando órdenes y activó su sonrisa más encantadora. Reí al ver su cambio de personalidad, era una persona que solía salirse con la suya siempre que pusiera su mente en ello, su forma tan natural de encantar a las personas era impresionante. El problema era que ella también era fácil de encantar y no solía darse cuenta del riesgo. Suspiré.
Entré a mi oficina, preparando todo para el día. Al checar mi correo no encontré existencia de ningún tipo de aviso en donde se mencionará algún evento especial el día de hoy. Tomé un sorbo de la taza de café que Diana siempre colocada sobre mi escritorio antes de que yo llegara. Conocía tan bien mis horarios y gustos que siempre encontraba la taza a la temperatura perfecta y con un sabor celestial.
- El Sr. De la Garza viene en camino – entró Diana sin tocar hablando rápidamente, su respiración levemente agitada como si hubiera caminado con prisa de regreso.
- Pensé que regresaría en una semana -
- Así era, pero dijeron que alguien importante vendría hoy y al parecer decidió acortar su viaje para recibirlo personalmente. – podría sentirse su orgullo de haber conseguido esa información. Aunque todo esto era más que extraño, mi jefe seguía al pie de la letra su agenda, cambios inesperados eran inaceptables y nunca había acortado un viaje de negocios.
- ¿No saben quién es la visita? –
- No, solo que sería un cliente VIP
- Entendido, si te enteras de algo más me avisas, buen trabajo – me dio una sonrisa de suficiencia antes de salir de la oficina y regresar a su lugar.
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UN POCO MÁS QUE ORDINARIOS
Romansa- Sube- me dijo con tono seco y demandante - ¿disculpa? - Te llevare a donde necesites- segunda frase completa, bien por él. Pero seguía siendo un extraño - No, gracias, estoy bien- sonreí, se me quedo viendo como si hubiera hablado un dialecto desc...