7. En Camino

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Al bajar del elevador, su espalda fue fácil de distinguir entre toda la gente del lobby, la luz de los ventanales lo iluminaban dándole a su oscuro cabello unos toques castaños. Caminé hacia el silenciosamente, solía guardar ropa de repuesto en la oficina para situaciones inesperadas como esta, así que pude cambiar mis tacones por algo más cómodo.

Christopher observaba intensamente su celular, probablemente revisando correos mientras esperaba que trajeran su carro. Seriedad en cada uno de sus músculos irradiando calma y control.

- Hola – dije antes de llegar a su lado y en voz baja para no sorprenderlo, aunque sospechaba que no era el tipo de hombre al que podrías tomarlo por sorpresa. Volteó regalándome su media sonrisa de bienvenida.

- Hola Elizabeth –

- ¿Sabes? Al parecer tengo un trabajo muy urgente e importante – jugué con mi collar deslizando mi dedo por la cadena dorada – tanto que tuve que cancelar todas mis reuniones el día de hoy.

- Eso escuché – sus ojos siguieron el movimiento de mi dedo – debe de ser alguien impresionante – su mirada subió lentamente pasando por todo mi cuello, labios hasta llegar a mis ojos.

- No tanto – me encogí de hombros, levantó una ceja retándome a decir más, su gesto me causó una suave risa calentando mi pecho – Bueno, por el día de hoy tienes control total de mi agenda y mi absoluta atención.

- Soy un hombre afortunado – su coche llegó, justo en ese momento, cuando el joven le entregó las llaves del auto, me di cuenta de que su chofer no se veía por ningún lado y que sería Christopher quien manejaría. Algo dentro de mí se movió alegría por la realización de que estaríamos solos en el viaje. Abrió la puerta del copiloto esperándome. 

- ¿A dónde vamos Sr. Cabrera? – dije al llegar a la puerta antes de entrar al coche, la sonrisa que tenía en su hermoso rostro se extendió enseñándome sus perfectos dientes blancos, sospechaba que su reacción fue por escuchar su apellido saliendo de mis labios. Aclaró su garganta antes de hablar.

- Como dije, me gustan las sorpresas – miró mis labios por un segundo – es mejor que iniciemos el viaje Srita. Zamora, es un poco largo. – Salí del trance de su mirada y me acomodé en el asiento de piel, cerró la puerta al asegurarse que estaba perfectamente sentada. Desde el interior pude ver su forma segura de caminar al rodear por el frente y entrando al vehículo. Se colocó unos lentes negros antes de tomar el volante - ¿Estás lista? – preguntó de forma grave y sin verme, el motor del Mercedes contestó por mí, el viaje inició a una velocidad no tan amigable y su sonrisa ligera causaba mariposas en mi estomagó, sería un bien día, presentí.

La ciudad estaba quedando a nuestras espaldas, los edificios cada vez mas pequeños y los árboles iniciaban a aparecer con más frecuencia, amaba la naturaleza, siempre que podía y tenía tiempo libre me gustaba buscar un lugar con un cielo puro y despejado, alejado de las grandes construcciones para poder sentir el calor del sol tocar mi piel. ¿Hace cuánto no lo hacía? ¿dos años?. Sentí como la tristeza empezaba a tomar terreno, mi suspiro captó la atención de Christopher.

- ¿En qué estás pensando? – su voz fue suave, como tratando de no interrumpir con brusquedad el silencio.

- Nada importante – fue una respuesta automática y no pareció muy satisfecho con ella, podía sentir que quería insistir, me miró de reojo por un instante antes de asentir y seguir con la vista al frente. En mi vida, no estaba acostumbrada a las personas que respetaran mis límites sin preguntas y aprendí muy tarde a como darlos a respetar. Estúpido era relacionar todo lo vivido con mi familia y su constante entrometimiento en mi vida con un pensamiento pasajero de mis últimas vacaciones. – Estaba pensando en que no había salido de la ciudad en mucho tiempo, extraño desconectarme de todo.

UN POCO MÁS QUE ORDINARIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora