23. Una antigua traición

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POV Christopher

"Los destruiste, como destruyeron a tu padre" las palabras de Víctor se repetían como un bucle tortuoso dentro de mi cabeza. Todos los sentimientos que había enterrado profundamente resurgieron con fuerza. El dolor, odio, la traición e impotencia, todo regresó de un solo golpe. Mi cuerpo seguía temblando, así que cerré los ojos buscando ayuda para controlar la respiración, no fue tan efectivo como esperaba. No podía dejar que esto nublara mi juicio y menos siendo algo tan delicado, una acusación estúpida y sin sentido.

"Los destruiste, como destruyeron a tu padre".

Podría entender si Elizabeth me odiaba, yo aún despreciaba a las personas que abandonaron a mi padre a su suerte y sin arrepentimientos, sabía que de ser posible hubiera hecho lo que estuviera en mis manos para acabar con cada uno de ellos, pero era solo un niño solo podía observar mientras mi vida y mi padre se caían a pedazos.

"Los destruiste, como destruyeron a tu padre".

Con sólo quince años presencié poco a poco la desesperación de mi padre. Empresario de una pequeña empresa, pero aun así exitoso. Dedicó su vida a proteger a sus empleados dándoles todos los beneficios que existiesen. Solía repetirme a diario sobre la importancia de cuidar a tu gente y a cambio te brindarán su lealtad, pero esto no fue cierto al final.

Con frecuencia, su gente venía a la casa a pedía hablar con él y mi padre los recibía con los brazos abiertos. Un día José Rodríguez tocó a la puerta, uno de los amigos más cercanos de la familia, tanto, que fue padrino en la boda de mis padres e incluso de mi bautizo. El hombre ancho y de corta estatura habló con voz temblorosa cuando abrí la puerta.

- Hola muchacho, ¿Qué tal la escuela? Ya eres todo un hombre... ¿Está tu papá? Es importante. – lo hice pasar para que esperará en la sala sin contestar su pregunta entendiendo que en realidad no le importaba saber sobre mi vida académica. Solía retirarme a mi habitación para no escuchar las conversaciones, pero hubo algo que me hizo esconderme en las escaleras, bien dicen que la curiosidad mató al gato.

- Christian, amigo mío – le tomó su mano con ambas manos como si de un salvavidas se tratase.

- José, ¿Está todo bien? – se podía sentir la genuina preocupación en la voz de mi padre.

- ¡Ay! Amigo mío, necesito tu ayuda con urgencia, me ha pasado algo muy delicado

- Siéntate por favor, dime que paso con exactitud.

- ¿Te acuerdas del envío del lunes pasado?, resulta que nunca llegaron los cargamentos. Al parecer se perdieron múltiples cargas de la mercancía y la empresa que los solicitó dicen que nos demandarán por incumplimiento de contrato. Más porque ya terminó el periodo de entrega y pagaron por adelantado. Como encargado de la salida y entrada de la mercancía te juro que se mandó toda la carga completa... no sé qué pasó - ¿llanto? El señor estaba sollozando.

- Tranquilo José, dime como puedo ayudarte.

- La única solución que se me ocurrió fue decirle a la empresa que los recibiría esta semana con algunas nuevas prestaciones. Pero necesito tu autorización primero, para uso de almacén, traslado y movimiento de dinero.

- Pero eso afectaría el inventario y afectaríamos a los demás clientes que se encuentran en espera...

- No, no, no – el señor se levantó de su asiento, su voz sin rastro del llanto y desesperación previa, una sonrisa ahora sustituyendo su tragedia. – Ya todo esta solucionado, hablé con los clientes y aceptaron una semana más de espera, solo me faltaría tu permiso.

UN POCO MÁS QUE ORDINARIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora